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Viajes

¿Viajes?

En el viaje hacia el hambre
en un fondo de sucias gelatinas
habrán de aparecer tus dientes muertos.
Allí quizás otra vez no crezcan
las sílabas multitudinarias
levantadas desde el barro
por las fuerzas verdes del sol.
Porque tus encías y el techo de tu boca envejecen
con distinta velocidad
que pelos y uñas usan para morir.
Y las bacterias que nadan
en los universos tubulares de tu panza
no descifran los residuos de tus cánticos
atrapados en la mudez
de sustancias y productos descompuestos.
¿Qué cuerpo dentro de tu cuerpo
se desgaja
como una luz detenida en los límites
de la sombra inicial?
¿Cuáles cuerpos aún se aferran
a esa figuración subjetiva de tus carnes incompletas:
cuáles formas corpóreas recibieron límpidos vestidos
alimentos urgentes
borrosos discursos de poder y de gloria
gestos sobre libros marchitos
besos de tiburón
y aciduladas lenguas de asco y de desprecio?

El viaje sí que al terminar empieza
y al continuar se extingue
como un astro devorado por su propio vacío.
Hacia el hambre el viaje
y sin el cadáver de tus dientes
sin el cuerpo de adentro:
tu indeseado habitante
tu inquilino impuntual
tu ocupante ajeno
tu arrendatario destructor
de ancianas tripas y testículos
tu mordiente cazador de huesos:
ésa nuestra bestia casual
repleta de canto y podredumbre.


De: Rojo es el silencio (2005/2006)


SAÚL IBARGOYEN




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