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Saúl Ibargoyen

 
 

HOMENAJE A SUS 80 AÑOS DE VIDA







ACORDANZA

* Conaculta homenajeará al uruguayo Saúl Ibargoyen

* La obra de Ibargoyen abarca poesía, cuento, novela y ensayo

Un magno reconocimiento a su trayectoria literaria dará el Instituto Nacional de Bellas Artes y Conaculta al gran poeta uruguayo-mexicano Saúl Ibargoyen, poseedor del Premio de Poesía "Carlos Pellicer" y de numerosas distinciones más... Hay que leer la obra de Saúl, sus cuentos son extraordinarios, lo es también su poesía... Ibargoyen cumple este año 80, de los cuales 60 ha dedicado al arte de las letras... La historiadora de las ideas, feminista y amante del idioma español, Francesca Gargallo, nacida en Italia en 1956 y profesora universitaria en la Universidad Autónoma de la Ciudad de México; el doctor en letras, profesor de la Universidad Iberoamericana y especialista en poesía contemporánea, Samuel Gordon, y el poeta amigo y compañero de muchas aventuras literarias, Sergio Mondragón, tendrán a su cargo el análisis de la literatura de Ibargoyen y de su enorme obra. Ibargoyen nació un 26 de marzo de 1930 en la ciudad de Montevideo, Uruguay, y en 2001 tuvo su segundo nacimiento al naturalizarse mexicano... En Uruguay fue empleado bancario (es curioso, otro gran poeta uruguayo, Benedetti, fue empleado administrativo), profesor del literatura hispanoamericana en secundaria y preparatoria; responsable de páginas culturales en varias publicaciones y codirector de las revistas Aquí Poesía y Programa... En nuestro país trabajó con Edmundo Valadez en la sección cultural de un conocido diario... Con Sergio Mondragón y Luis Arturo Ramos es editor de la Revista de Literatura Mexicana Contemporánea, que sale a la luz desde 1995 por un acuerdo entre Ediciones Eón y la Universidad de Texas, en El Paso... ¡En cuántos menesteres literarios ha participado Ibargoyen!... Enumerarlos nos llevaría varias columnas, pero su presencia como jurado de concursos literarios en congresos, foros y seminarios de literatura y festivales de poesía en todo el ámbito latinoamericano, de Río de la Plata, al Río Bravo y el Mar Caribe, siempre es importante y un signo de seriedad intelectual... En nuestro país ha participado en numerosos encuentros de poetas y narradores: Mundo Latino (Morelia, Michoacán), Ciudad Juárez, Estado de México, Tamaulipas, Puebla, II Festival Internacional de Poesía... Su obra ha sido traducida al inglés, ruso, francés, polaco, portugués, bielorruso, rumano, alemán, esloveno, árabe, coreano e italiano, además de incluida (poemas, cuentos, ensayos) en varias antologías y muestras de la literatura uruguaya, mexicana y latinoamericana... Por su libro "El escriba de pie" recibió el Premio Nacional de Poesía "Carlos Pellicer" 2002, como obra publicada y en 2004 obtuvo el primer premio en los XXXIV Juegos Florales de San Juan del Río, 2004, por su libro inédito "¿Palabras?"... Su bibliografía es enorme: sólo en poesía sus libros sobrepasan los 20 títulos... Pero quiero rematar esta somera semblanza con uno de sus poemas, tomado de su libro "Grito de perro":

Para una muchacha en la lluvia Usted tú vos señora señoría señorita vuesa merced doncella sacerdotisa actriz astronauta viuda virgen profesionista amadora amante sirvienta sibila emperatriz mendiga moza del partido campesina cocinera poeta suripanta: cada día de cada noche he visto cómo las lluvias de esta desplomada ciudad ensucian también todo su llanto suyo de usted todo tu sollozar tuyo de ti todas vuestras nuestras gotas y chorros y humedades y lágrimas

De su poesía ha escrito Arturo Chávez Carmona: "Saúl es un poeta que da dé beber, pero también es un poeta que da sed, porque habla de la sed que todos padecemos al no conformarnos con ser números o 'un ladrillo más en la pared'. Ha sido y es un poeta rebelde"... Su poesía "no es un juego de abalorios, ni un cúmulo de inútiles legajos para alimentar la hoguera de las vanidades; la poética de Ibargoyen es una afirmación vital, un sistema de signos, emociones, visiones, vivencias, cuya aparente conclusión es 'el cansancio de todas las banderas'. Pero creo que la única bandera que Saúl y todos los poetas no debiéramos perder, es la de la inconformidad con nosotros mismos, porque ésta a Saúl le ha dado la fuerza de gritarle al mundo su bella monstruosidad, con el aullido de un perro seduciendo al lejano e inalcanzable plenilunio".

(TERE PONCE DE VEGA), 24 de marzo de 2010





SAÚL IBARGOYEN, POETA DE UNA TÍMIDA Y DESMEDIDA ERÓTICA DE LA VERDAD

Cuando la realidad es desmedida, la poesía no tiene forma de ser equilibrada. El eros, que es pulsión de vida y canto necesitado de romper barreras, construye entonces el nexo entre lo final, lo extremo de nuestra experiencia humana: el amor y la muerte, la finalidad y el término, el objeto y su anulación. Pero a diferencia de lo que se cree normalmente, la relación amor y muerte no es sólo la que lleva a Tristán e Isolda a espirar una en los brazos del otro, es también la de la siembra en temporada de seca, es la búsqueda campesina de una semilla que desafíe al desierto o al huracán, es la pulsión de un mejor futuro, es la cotidianidad política del poeta que deja sus palabras para que la gente las haga germinar.

Tengo el honor de conocer a poetas que desafían la censura implícita en la fama comprada con rodeos. Entre ellos, Saúl Ibargoyen es el erótico pronunciador de las “s” de la vida: sangre, sudor, semen, saliva, sentimientos, saudade, sobrevivencia, suspiros, sonatas, sur son las palabras que pesan en sus poemas, en sus relatos, en sus novelas y aún en esos híbridos novelescos que recogen sus memorias.

Desmedido como quien se libera de lo desagradable permitiendo a la escritura soltar las verdades que se guardan, Saúl Ibargoyen es conocido como “la gran coneja de la poesía uruguaya” por su capacidad de parir literatura: 40 libros de poemas, tres novelas, cuatro recuentos de relatos, una obra teatral, diversas antologías, la impresionante reflexión ético-política-sicoanalítica y literaria contenida en Sangre en el sur. El fascismo es uno solo son la avalancha de escrituras que su fértil pluma nos regala para inscribirlo, y de paso inscribirnos como lectoras y lectores, en el lugar de la vida, en el aquí y ahora que se multiplica en la hondura de los recuerdos, el arrebato de la pasión, la intensidad de la mirada amante.

Y desmedido como quien ha podido cantarle al mundo mejor y al sujeto del deseo carnal, haciendo de ambos un único objeto inalcanzable del deseo, Saúl es también un poeta de la palabra oral. Ha teorizado sobre las “hablas” reales de los pueblos que viven sin reconocimiento pleno, y que la literatura sólo recoge cuando la censura de lo reconocido ya no puede soportarse. Hablas en ocasiones poéticas y, en otras, prosas crudas de las fronteras lingüísticas, las que dicen las flores en el náhuatl castellanizado de Puebla o expresan posiciones en el español brasileñizado de la frontera norte de Uruguay, su frontera, su lugar del habla primigenia, su lugar de políticas necesariamente internacionalistas porque locales. El valor que Ibargoyen da a estas hablas lo lleva a reconocer, por ejemplo, el aspecto más entrañable del hiper-mestizaje múltiple de la realidad mexicana; eso es, el cosmopolitismo que se genera entre comunidades que hablan más de 62 lenguas antiquísimas insertas en un territorio castellanizado, cosmopolitismo que va de lo interno a lo exterior cuando estas 62 lenguas son las de los y las migrantes que reinventan la poesía política en la espalda que es puente en la frontera norte, según lo dijeran Ana Castillo y Cherrie Moraga.

En La sangre interminable, de 1982, novela que se ubica en la misma área de la frontera lingüística y política de los cuentos de Frontera de Joaquim Coluna, de 1975, Saúl monta tal y como lo haría un director de teatro, una narración de política, amor y muerte mediante dolores heroicos y cotidianidades laborales que se resuelven en metáforas históricas. Utiliza palabras y situaciones para expresar que entre las habilidades de sus personajes y el significado de sus actos en un clima de represión policial totalizante, se inserta casi como si fuera un personaje insustituible un lenguaje tan coloquial como reinventado por la necesidad de darle grafía al habla de la existencia popular. En Noche de espadas, de 1987, los neologismos, regionalismos, sincretismos son nuevamente los personajes de la trama de una lengua capaz de incorporar una palabra en guaraní y otra en francés para reconstruir la historia mítica y real de un Uruguay que es, en sí, todo él una frontera. En Toda la Tierra, del 2000, la zona de la frontera entre Uruguay y Brasil sigue siendo desde México el espacio donde ubicar la lengua de la utopía de América, la lengua de un mercader musulmán, un cura campesino, todos con algo de indio y algo de migrante, con algo de negro y algo de culto, personajes de un habla que permite al autor inventar el derecho a ser de una compleja América nuestra para no errar en la repetición de lo consabido, según el mandato de Simón Rodríguez.

Así como consagra el habla en su prosa, de manera continua, sin ruptura de sentido, Saúl Ibargoyen se manifiesta como un poeta de la palabra vital en su labor de tallerista y periodista. Saúl es un educador nato, uno de esos hombres que en la juventud se aman sin posibilidad de poner límites al arrobamiento en cuanto se beben una cantina sin detener jamás el flujo de los recuerdos organizados por un superyó generoso. Es un maestro. Un hombre que narra porque sabe, que suelta la imagen en la palabra para explicar, para exponer, para proponer.

Saúl ha escuchado, formado, dialogado a centenares de poetas, despertando en algunas la poeticidad con sus propias palabras, y empujando a otras a no censurarse, a defenderse, a que nada ni nadie logre impedirles dar rienda a lo que las inscribe en el lugar de su ser. Se necesita el entusiasmo del adolescente, la fuerza del militante, la perseverancia del estudioso, el interés del enamorado, el cuidado del amigo, el todo aderezado de despreocupación por el bienestar económico y la atención por la humanidad de la otra persona para lograr una oralidad poética tan constructiva. Una oralidad que pretende unir el presente del poeta (¿de la poeta? a veces Saúl es bisexuado) al pasado mítico, al origen del versificar con la esperanza de un futuro donde se concrete la acción poética de cambio.

En Nuevas destrucciones escribe cual quisiera darme la razón:


          Alguien sí se adelantó a todos los tiempos
          y dijo en su lengua de cantor trashumante
          que haría un verso de nada
          un verso tomado de palabra sin nacer
          de sonidos de árboles partidos
          y llanuras incendiadas
          que moluscos mordidos en su últimas desnudez
          que bestias adormecidas entre huesos corrompiéndose
          que súbitas campanas y espadas incesantes
          que monedas impuras y cruces deshabitadas
          que íntimas camisas y alimentos rechazados
          que documentos de guerras y fetos en gestación
          produjeran: sí aquellos sonidos del tercer verso
          de este canto que el viejo cantor
          y sus cenizas perdidas
          no podrán escuchar
          porque el verso hecho de nada
          se mezcló malamente
          con el tiempo pasado que vendrá.


Saúl ha dejado de beber hace años, sin embargo puede tomar una copa de vino en la mano y tras olerla declamar -¿declarar?, ¿afirmar?, ¿poetar?- que sin la búsqueda insaciable de la Musa, el sujeto-objeto inalcanzable del deseo, no habría poesía, porque es la mirada de quien anhela la que cambia la realidad (y la transformación del ser es el arte mismo).

La existencia de una musa total no es cosa menor para este poeta que tiene dos heterónimos, un muy místico Mahmud islámico y un amistoso Mishiko Hudo, de sintoísta memoria, con que homenajear insistentemente a la mujer que pone en peligro la seguridad del hombre construido por la sociedad tanto como al poeta que la desafía; eso es, heterónimos con que exaltar a la musa abstraída de la imaginación erótica de la lengua que pone en mayor peligro aún la imagen de lo real, la definición de la luz y la racionalidad masculinas. Heterónimos que el político Saúl se atreve a citar para confirmar sus teorías de occidental sureño. Si Mahmud le canta al amor desde la obediencia del fiel, sus palabras son pruebas de una verdad imperecedera. Sin embargo, Saúl Ibargoyen las traiciona, y a la vez exalta, al hablar de la musa en rojo mayor como de una “muchacha sola en sí misma”. Para terminar de complicar las cosas, en torno al amor que es la fuente de palabras de la que abrevan esos seres conocidamente complementarios, en una ocasión Saúl me dijo: “Cuando me enamoro no corro peligro, la imagen nunca es real. No hay musa real. Las musas concretas tienen capacidad de iluminación, pero no son físicamente definidas”.

¿Será que el poeta es tímido? ¿Será que la timidez es una componente de esa Gran Madre de la literatura que es la poesía? No deberíamos olvidar que Saúl Ibargoyen ha hecho del exilio, que es un espacio de extrañamiento de lo real conocido, un velo sobre la desnudez de la persona, una distancia, pues que Saúl ha hecho del exilio su ámbito de creación. Por ello pregunta a un gato rojo “¿Sabes tú en qué lugar nacieron/ estos árboles desgastados por el aire?”.

La realidad del exiliado es no poder entender cómo ha llegado donde está ni poder ser entendido a cabalidad porque entre él y el mundo nuevo que lo acoge se inserta una especie de espejo humeante –creo que esta imagen mexica de la realidad que despierta a la razón es muy concreta para describir a la emigrante, al exiliado-; de tal forma la expresión del exiliado es la del elemento poético que se devela sólo poco a poco, tras mucho hacerse del rogar. La expresión del exiliado es la de la timidez de la poesía, la timidez que desgarra el velo del silencio sólo gracias al ímpetu de la necesidad de decir para ser.

Timidez desmedidamente valiente, por supuesto, porque impulsa el balbuceo poético que afirma certeramente que todo es palabra, que quien decide escribir no siempre sabe qué lo empuja a decidir hacerlo y que la literatura es como un viento ciudadano que sacude los mantos que se han formado en aires distintos y están saturados de lluvia.

En El escriba de pie, libro por el cual el Instituto Nacional de Bellas Artes (INBA) le otorgó el Premio Nacional de Poesía “Carlos Pellicer” para obra publicada en 2002, Saúl con tímida desmesura escribe, y prometo que con esto termino:


          Pero que oiga el que nunca escucha
          que lea o adivine
          el de los ojos innumerables:
          tampoco ahora soy el escriba
          el notario el escribiente
          el pendolista el amanuense.
          Sí puedo palpar el frío
          deteniéndose en un corazón
          que se contrae
          entre cáscaras y élitros negros.
          Y los sudores incontados del día
          se revuelven entre hierbas
          y máquinas y excrementos
          preparando otra vez
          su regreso de fuego.

          Escucha tú
          a quien siempre hemos llamado
          tú tan solamente solo
          y tan solísima como estás
          en cualquier ribera de esta madre
          de casi todos los ríos:
          agua es sólo
          organizándose
          que simplemente transcurre dando quietud
          a cada pulsación
          a cada flujo
          a cada advenimiento
          a cada latido
          a cada golpe
          a cada borboteo
          a cada vértigo
          para que su cuerpo inabrazable viaje
          y se aparte del cambiante cauce
          o envase o cartucho o vaina
          de arrastradas sustancias
          que pretenden contenerlo:
          Escucha tú que fumas
          entre los blancores de la niebla
          tú que despliegas tu chilaba
          perturbada por las sudoraciones
          del día inicial
          mientras en los dátiles
          enrojece un pellejo amarillo
          y otras pieles como sangrando
          acaban de oscurecer:
          Oye tú que aún no encuentras
          una casa sonora
          para los ecos de tu boca subjetiva
          ni cinco huecos en un tubo de hueso
          o de caña o de barro
          para que una lengua se disponga a soplar:
          Dime tú si hay un tiempo
          que respira
          desde todo lo lejos
          en los trigales muertos.



(FRANCESCA GARGALLO), “Saúl Ibargoyen, poeta de una tímida y desmedida erótica de la verdad”, conferencia leída en el ciclo Protagonistas de la literatura mexicana, organizado por el Instituto Nacional de Bellas Artes, y realizado en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes, Ciudad de México, D.F., 28 de marzo de 2010.



UN POETA NO ES NADA SIN EL IDIOMA, LA MEMORIA Y LO QUE HAN CONSTRUIDO OTROS

“Un poeta solo no es nada. Tiene el idioma, su memoria y todo lo que han construido otros a lo largo de los milenios, y cuando escribo, también están escribiendo aquí conmigo”, señaló Saúl Ibargoyen, quien el pasado 26 de marzo celebró sus 80 años de vida, en el ciclo Protagonistas de la literatura mexicana.

El poeta, narrador, traductor y editor, nacido en Uruguay y naturalizado mexicano, explicó, en la sala Manuel M. Ponce, del Palacio de Bellas Artes, que el trabajo históricamente acumulado y las condiciones sociales le han permitido publicar más en México.

Ibargoyen, quien trabaja la poesía narrativa, comentó que los autores a veces inventan y empiezan a retener lo que van inventando para escribir sus memorias, “y lo peor es que hasta se lo creen”.

Abundó que la poesía no se escribe, sino se siente, porque la escritura son los versos. Reconoció que la ceremonia, en la que participaron Francesca Gargallo, Samuel Gordon y Sergio Mondragon, “enciende alegrías en el ánima e invita a pensar sobre el porqué de tan honrosa tradición milenaria en las letras que se entreteje en experiencia propia de la vida”.

En su turno, Francesca Gargallo señaló que Saúl Ibargoyen ha hecho del exilio, que es un espacio de extrañamiento de lo real conocido, un velo sobre la desnudez de la persona, una distancia, porque hizo de él su ámbito de creación.

“La realidad del exiliado es no entender cómo ha llegado donde está ni ser entendido a cabalidad, porque entre él y el mundo nuevo que lo acoge se inserta una especie de espejo humeante; creo que esta imagen mexica de la realidad que despierta a la razón es muy concreta para describir al emigrante.

“La expresión del exiliado es la del elemento poético que se devela poco a poco, tras mucho hacerse del rogar. La expresión del exiliado es la de la timidez de la poesía, la timidez que desgarra el velo del silencio sólo gracias al ímpetu de la necesidad de decir para ser.”

Para Gargallo, “la timidez desmedidamente valiente del exiliado impulsa el balbuceo poético que afirma certeramente que todo es palabra, que quien decide escribir no siempre sabe qué lo empuja a hacerlo y que la literatura es como un viento ciudadano que sacude los mantos que se han formado en aires distintos y están saturados de lluvia”.

Durante su intervención, la historiadora consideró a Ibargoyen “un erótico pronunciador de las eses de la vida: sangre, sudor, semen, saliva, sentimientos, saudade, sobrevivencia, suspiros, sonatas, sur son las palabras que pesan en sus poemas, en sus relatos, en sus novelas y aún en esos híbridos novelescos que recogen sus memorias”.

Destacó que el escritor ha publicado 40 libros de poemas, tres novelas, cuatro recuentos de relatos, una obra teatral, diversas antologías, la impresionante reflexión ético-política-sicoanalítica y literaria contenida en Sangre en el sur, “con la avalancha de escrituras que su fértil pluma nos ha regalado“, dijo.

Gargallo consideró a Ibargoyen un poeta de la palabra oral, porque ha teorizado sobre las hablas reales de los pueblos que viven sin reconocimiento pleno, y que la literatura sólo recoge cuando la censura de lo reconocido ya no puede soportarse.

“Hablas en ocasiones poéticas y, en otras, prosas crudas de las fronteras lingüísticas, las que dicen las flores en el náhualt castellanizado de Puebla o expresan posiciones en el español brasileñizado de la frontera norte de Uruguay, su frontera, su lugar del habla primigenia, su lugar de políticas necesariamente internacionalistas.”

En el ciclo Protagonistas de la literatura mexicana, Sergio Mondragón precisó que el reconocimiento a Ibargoyen en nombre de la comunidad literaria de México, es por su contribución a las letras del país, así como a las hispanoamericanas.

Resaltó el trabajo del poeta en numerosas revistas de poesía del país y América Latina, en la que documentó la época de la ruptura, así como su desempeño en la difusión cultural y la educación, al impartir talleres y cursos de creatividad poética y lectura.

“El homenaje que hoy se le rinde aquí es, asimismo, una réplica de la distinción a la que se ha hecho en Uruguay, donde se le nombró miembro de la Academia Nacional de Letras”, agregó Mondragón.

El Instituto Nacional de Bellas Artes organizó esta sesión del Protagonistas de la literatura mexicana para destacar la obra de Saúl Ibargoyen (1930), quien desde 1976 radica en México y considera a este país como su segunda patria.

(FABIOLA PALAPA QUIJAS) Periódico La Jornada. Lunes 29 de marzo de 2010, p. a11



RECONOCEN LA APORTACIÓN LITERARIA DE SAÚL IBARGOYEN EN SUS 80 AÑOS DE VIDA


***Encuentro emotivo con el autor en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes

***El acto se realizó dentro del ciclo Protagonistas de la Literatura Mexicana, organizado INBA-Conaculta


Sául Ibargoyen (Montevideo, Uruguay, 1939) es un singular escritor, con una obra poética y prosística congruente con el mundo que le ha tocado vivir. Ha sabido conjugar la dureza de nuestro tiempo con la profundidad y veracidad de la mirada poética. Por ello, tenemos que leer su obra literaria en el contexto de todo lo que él ha sido en lo público y lo privado.

Tal fue la reflexión e invitación realizada por el poeta y ensayista Sergio Mondragón, miembro del Sistema Nacional de Creadores de Arte del Fonca durante la ceremonia de reconocimiento que se le brindó al destacado poeta uruguayo el mediodía del domingo en la Sala Manuel M. Ponce del Palacio de Bellas Artes.

La actividad formó parte del ciclo Protagonistas de la Literatura Mexicana, impulsada por el INBA-Conaculta, a través de la Coordinación Nacional de Literatura.

Para rendir tributo a Ibargoyen, fueron invitados entrañables colegas y amigos suyos: Sergio Mondragón, Francesca Gargallo y Samuel Gordon, quienes durante una hora y media exaltaron las cualidades profesionales y humanas de este hombre.

Cabe recordar que Ibargoyen arribó a nuestro país en 1976 en calidad de asilado político. Fue hasta 2001 cuando se le concedió la ciudadanía mexicana. Muchos son los proyectos protagonizados por él: en su país fue presidente de la Asociación de Escritores de Uruguay, codirigió la revista y editorial Aquí poesía, en México se convirtió en cofundador de la revista Archipiélago así como jefe de redacción y subdirector de Plural de Excélsior.

Ha publicado alrededor de 60 títulos entre poesía, novela, cuento, ensayo y teatro infantil. Algunos de sus reconocimientos son Premio de Poesía Ministerio de Instrucción Pública, Uruguay (1963) y Premio Nacional de Poesía Carlos Pellicer (2002). Actualmente es miembro de la Academia Nacional de Letras de Uruguay y codirector de la Revista de Literatura Mexicana Contemporánea.

Gargallo fue la primera en referirse al uruguayo. En su opinión, Ibargoyen es el pronunciador de las “eses” de la vida: sangre, sudor, semen, saliva, sentimientos, sobrevivencias, sur, son algunas de las palabras que pesan en sus versos, relatos, novelas, incluso en textos que recogen sus memorias.

Para englobar el gran legado que ha dejo al mundo comentó: “Es conocido como la gran coneja de la poesía uruguaya por su capacidad de parir literatura”, pues lo mismo ha escrito libros de poemas, novelas, y relatos, que obra teatral, materiales que surgen de esa avalancha de escritura que nace de su fértil pluma.

Varios fueron los calificativos usados por la poeta y ensayista para nombrar al uruguayo, como el poeta de la palabra oral, un poeta de la palabra vital, un educador nato, un maestro, un hombre que narra porque sabe y suelta la imagen en la palabra para exponer, explicar, proponer. Finalmente, dijo que es uno de esos grandes escritores que han hecho del exilio su ámbito de creación.

Enseguida tomó la palabra Sergio Mondragón, becario del Centro Mexicano de Escritores, quien se dijo satisfecho de ser parte de este reconocimiento a un hombre que está dejando una obra vasta y variada, inteligente y amena, amarga muchas veces, pero profunda y sustentada en su experiencia humana.

Mondragón recordó algunos de los proyectos en los que ha coincidido con Ibargoyen, como le edición de la Revista de Literatura Mexicana Contemporánea, momentos que le permitieron construir una amistad entrañable con él.

“Esa cercanía me ha permitido disfrutar de su amistad y beneficiarme de su comprensión, erudición y sentido del humor. De su solidaridad y su amplia cultura, de la que siempre muestra disposición para compartirla con los demás con una actitud afable y acomedida”.

Quien ha sido profesor de literatura en diversas instituciones educativas nacionales y extranjeras, también reconoció la labor desempeñada por el uruguayo desde su trinchera editorial Aquí poesía, revista que le permitió tener sus primero contactos con nuestro país.

Finalmente, el dramaturgo, ensayista, narrador y poeta Samuel Gordon dijo que desde 1966, México ha contado con la fortuna de gozar de la presencia de Ibargoyen, un hombre que difícilmente se le puede agrupar en una corriente por la diversidad de su obra.

No obstante su camino multifacético, Gordon lo definió de la siguiente manera: “Se ha dicho que es un poeta entre dos tierras (México y Uruguay) pero pertenece a un solo territorio que es la poesía”.

Entre cada intervención de los invitados, Saúl Ibargoyen complació a los asistentes con la lectura de varias poesías de su autoría. Después de escucharlos agradeció al INBA el reconocimiento ofrecido a estas alturas de su vida.


CONACULTA. Comunicado No. 479/2010. 29 de marzo de 2010






 

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