Pronto de corazón,
descalzo,
como en mi infancia rodeado de sabinos,
como el hombre se inclina sobre el vientre
de la esposa y se escucha él mismo nacer,
oh hachas de la cólera, esto no es un sueño.
Desmemoriadas mis manos pesan
sobre esta llaga asida, y sobre el limo
limo soy y lo recuerdo
bajo un sueño de insectos y de agua lapidada.
Fermento en nuestra sangre, almena líquida
y sonámbula, yo he visto las vísceras del odio
colgadas de anchos garfios en las aduanas
que instalan los hombres,
y he visto el ojo
de la mujer estéril buscando con furor.
Y más allá
es preciso ver la niebla de los viejos relojes
como una lámpara herida, meter la mano
entre los huesos hasta hallar el encuentro,
enyesar el hallazgo con el beso y la sombra,
recordar en la disipación
sin estremecimiento de palabras,
y tener la vida aquí
como el buen vino cerca del convaleciente.
Sobre las ancas del río un tábano de esmalte
obstinado delira, oh cicatriz solar.
Y yo nací en el Sur, donde nunca el hidrógeno
es muérdago en las mejillas de los niños,
donde la tierra nace cada día en un árbol,
donde el estroncio 90 no se aloja en la luz ni en los huesos,
donde el humo es de hierba y la casa encalada
aún guarda por las noches un poco de sol.
Hay un alba sin olvido en la frente del Sur:
pájaros con olor a mangos, chozas con olor a cuevas,
rumor agrio del trapiche triturando la caña,
viento encendido entre las crines de los caballos.
Crines... un caballo... vientos... los caballos
Viento de cedros y caobas.
Viento de valvas y de esteros.
Viento azuzando al flamboyán
en llamas.
He aquí mi rostro de fulminado.
Intacto. Como un remordimiento.
Mientras gime el bambú bajo el viento amarillo de su peso.
Dime, luna seguiremos creciendo
con los huesos invitados de la muerte?
ha de seguir cayendo esta lluvia
atraída por el pánico?
No seremos la honda de la piedra.
Y a menudo y en el amanecer
oirán cómo a golpes de machete
van cayendo estas palabras:
Yo nací en el Sur
donde el mundo es reciente
y el dolor antiguo".
Palenque, Chiapas
De: Vivo, eso sucede
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