Hoy llueve, es tu primera lluvia, el abismo deshace su rostro. Cosas que caen por nada. Vacilaciones, pasos de prisa, atropellamientos, crujido de muebles que cambian de sitio, collares rotos de súbito; todo forma parte de este ruido terco de la lluvia.
Hoy llueve por nada, por no decir nada.
Hoy llueve y la lluvia nos ha hecho entrar en casa a todos, menos a ti.
Algo se ha roto en alguna parte. En algún sitio hay una terrible descompostura y alguien ha mandado llamar a unos extraños artesanos para arreglarla. Así suena la lluvia en el tejado. Carpinteros desconocidos martillean implacables.
¿Qué están cubriendo? ¿A quién están guardando?
¡Qué bien cumple su tarea la lluvia, qué eficaz!
Algo se ha roto, algo se ha roto. Algo anda mal en el ruido de la lluvia. Por eso el viento husmea así; con su cara de muros con lama, con sus bigotes de agua. Y uno no quiere que el viento entre en la casa como si se tratara de un animal desconocido.
Y hay algo en el modo como golpea la lluvia en el tejado. Hay pasos precipitados, confusas exclamaciones, puertas cerrándose de golpe, escaleras por donde seres extraños suben y bajan de prisa.
Esta lluvia, esta lluvia quien sabe por qué. Tanta agua repitiendo lo mismo.
La mañana con su corazón de aluminio me rodea por todas partes; por la casa y el patio, por el norte y el alma, por el viento y las manos.
Telaraña de lluvia sobre la ciudad.
Hoy llueve por primera vez, ¡tan pronto!
Hoy todo tiene tus cinco días, y yo nada sé mirando la lluvia.
11 de septiembre de 1964, Villahermosa
(1) De: Oscura Palabra
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