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Poemas    
    Editora del fonograma:    
    Voz Viva de México. UNAM    
por Marco Antonio Montes de Oca    

    Este poema forma parte del acervo de la audiovideoteca
    de Palabra Virtual

Bajo la tórrida ceremonia sin eclipse


Para Ana Luisa


I

Eres la estrella de mar sembrada en el cielo raso
El invisible metal cuyo único peso es su nombre
La ola en hombros del trigo
El agua plural y antepasada
El astro lapislázuli
El astro verde veronés
El astro amarillo iluminado
El astro que al encenderse pierde los colores
Y la alcoba del otoño
Durante las tres estaciones en que el otoño no aparece
Eres el salmo irreprimible
Que yo entono cuando pasan las tapias
Con su bello uniforme bugambilia
Eres el casquete polar manchado de rosales rojos
No en vano rompes al nacer los cascarones de rocío
O divides en gajos
La piedra sin fisuras el monolito centenario
No en vano brillan en tus senos
Los ojos quemados de la cola del pavo real
No en vano te cortejan resplandecientes los penachos
Oh dueña total de mi lado izquierdo
Querida ausente que estás entre mis brazos
Querido surtidor cuyas gotas no regresan.


V

La fe no puede
El júbilo es lo que mueve las montañas
Mira cómo riego por el cielo puños de arena diamantada
Mírame subir entre los árboles de inmenso gas
Y predecir desde ahí la variada lumbre
Mira cómo te da la bienvenida el pino esbelto
Moviendo apenas el más alto de sus pájaros
Es hora ya de que me abraces
Las lilas han cambiado de color
Y debajo del mar empieza a atardecer
Abrázame te digo
Pulpo de seda
Espiga
Dulce espiga con granos de granada
Siempre intacta siempre repartiéndote
Mientras crece el fulgor
En las pintadas hostias con que vuela esa libélula
Y te diriges hacia el más acá
En tu alfombra de hortensias deshojadas
Al llegar a mi pecho te detienes
Viras hacia el sur porque el sur te solicita
Aterrizas
Humanizas en un espejo lapidado por un lago
Y saltas de una cordillera a otra
O creces hasta el punto luminoso
En que ya no puede el albatros
Rodearte con sus alas
Tu traje está vestido de azogue y de verano
Entre la lluvia tus lágrimas son claras y distintas
Abrázame te digo
Que yo duerma en brazos de la contradicción más pura
En la hoja cuarteada y unida por sus nervaduras
Y despierte luego como el heraldo redivivo
Que luda en la frente la fresca escarapela de una bala
Y me levante a velar mis dulces armas
Hasta que un día por culpa tuya
Aprenda yo a cantar como hace falta.


XVIII

No volverás a mi mano bumerang florido
No ahora que los ríos de sudor drenan la topera abandonada
Y el impaciente meteoro
Cava en un segundo su propia fosa
No volverás mientras los invitados enseñen
Pesados rostros de arena
Que ningún simún puede levantar
No ahora que la hidra del insomnio
Responde a cada tajo con una cabeza nueva
No ahora sino mañana
Día de Reyes que no registra el calendario
Mañana
Cuando la ciudadanía del milagro
Ya no sea tan dudosa en nuestras bocas
Y los balandros extiendan la capa de sus velas
Para que de inmensidad a inmensidad
Pase la reina que tú eres
Volverás y yo te recibiré
Como recibe el avaro
Una pluma y otra pluma hasta completar un águila
Rombo tras rombo hasta vestir un arlequín
Sueño tras sueño hasta inventar la vida
Selva sobre selva
Hasta componer un ramillete
No volverás ahora
Volverás cuando la sangre inocente remueva los tatuajes
Cuando las tanagras que hoy entierro hasta la cintura
Sean estatuas fogosas y elocuentes
Hasta entonces volverás a mi mano
Bumerang florido
Azor maravilloso.



De: Delante de la luz cantan los pájaros



MARCO ANTONIO MONTES DE OCA






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