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Grabación para Palabra Virtual    
    Editora del fonograma:    
    Palabra Virtual    
por Carmen Feito Maeso    

    Este poema forma parte del acervo de la audiovideoteca
    de Palabra Virtual

Razón


A José María Blecua


I

Yo no soy más que el ave,
meno soy,
pues no tengo ni el árbol por cobijo
ni unas alas que el terror escondan
y ahuyenten la distancia
ni es nítida mi voz
ni expresa bien la entraña de la tierra.
El ave dialoga con su ser
y no le exige nadie nada más.
Yo, en cambio, reclamada, aborto
un cántico de olvido.
Cada noche me musita el animal su instinto,
los ríos me susurran,
la hojarasca a los vientos da repuesta;
o por mi voz perezco
en vano intento.
Si de mi baja cuerda
de amargura, mi destino tronchado,
si de mi baja cuerda
mañana cuanto he amado,
vibrante el mundo en mi garganta aireado...
Más como ser murmullo del abismo.
Acontece la sombra.
Perdonad el silencio:
la nada me recubre desde dentro.


II

A sí mismo se lleva el animal, concreto el paso,
y la tierra da vueltas definiendo su ritmo;
yo los inmóviles ojos hacia lo oscuro,
me doblo tristemente,
más no como capullo ni crisálida,
sino en busca del fondo,
como el agua del pozo que no acaba,
y me torno alarido,
toco entraña para iniciar el canto.
Yo sé que en un principio
todo fue lamento o exaltación gozosa,
y hasta el gesto del hombre
a su estro se ordenaba;
emitía sus cráteres,
émulo de las hojas,
en acordes de quinta el aire regalado,
y el crepitar del fuego
se oía en sus heridas
y el rugido del mar
no se diferenciaba de su insomnio.
Primero fue el aliento —sonido imperceptible—,
y fue la carne música,
y como el ave el hombre
a la noche adornaba con el latido múltiple,
con el claro destello
de su garganta y pulso.


                                                                              Madrid, 1979


De: Acecho del alba: antología



CLARA JANÉS






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