Oscilaba hacia el suelo
zigzagueaba
pensé que era una pluma
el ala desprendida
de alguna mariposa.
Sólo era un papelito
que entró por mi ventana
un papelito tuyo
un mensaje cifrado
que yo no fui capaz
de descifrar.
A menudo el cartero
me entregaba en París
tus papeles de Praga:
recetas de cocina cuscatlecas
con olor a loroco
y a canela.
Más tarde
ya en La Habana
mientras almorzaba en el hotel
llegaban mensajeros de tu parte
casi a diario me enviabas
alas de mariposa
apretadas de signos
y yo no fui capaz
de comprender.
Tropezaba contigo
en todas partes
empecé a juntar mitos
cosas que de veras te ocurrieron.
Como pétalos morados
las prensaba
entre las páginas
de un libro.
Quedó allí el terremoto
que permitió que huyeras
de la cárcel
aquel golpe de estado
que te salvó la vida
la peligrosa aventura
con tu hermana.
Poco a poco
empecé a comprender
empecé a descifrar
tus jeroglíficos
me invitabas al baile
y acepté aturdida
bailamos en La Habana
en México
en Chalchuapa
por laberintos de hojas
me llevabas
vertiginosamente subíamos
bajábamos
fue siempre el mismo paso
como un acto de amor
el mismo paso
¿lo soñé?
¿me soñaste?
Desperté con tu muerte
rozándome los labios.
Entre las asombradas yemas
de mis dedos
empezaron a deshacerse
tus papeles
se me iban apagando
se esfumaban.
Nunca bailamos Roque
ni siquiera nos miramos
a los ojos
sin embargo quizás
(Hsuang Tsu soñó a la mariposa
¿o fue a la inversa?)
No recuerdo si en México
o en Praga
mientras bebías cerveza
en la taberna
le contaste a Eraclio
que habíamos bailado
que te enseñé ese paso
ese salto mortal.
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