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palabra virtual

In Situ    
    Editora del fonograma:    
    Voy a salir y si me hiere un rayo    
por José Kozer    

    Este poema forma parte del acervo de la audiovideoteca
    de Palabra Virtual

Don


Un hombre es una isla, camina a paso tendido por sus propios islotes,
guano. Refiérelo
           al aire y desciende a su Anunciación. En el Verbo tergiversa
           a la primera persona. Ya se le ve, es él, lo ejemplifica yo, ya
           se asusta: canguelo, calambrica. No es un hombre una isla
           cualquiera, Cuba: es una isla rodeada de agua por todas partes
           menos por una: viejos eran ya los chistes del Viejo antes de
           ser viejo, se fue a bolina. Habló una vez en voz alta, le daba
           el agua hasta los hombros, alzando el ceño me mostró el
            horizonte, y dijo Euménides, destino del Atrida, voz contundente:
           ahí estaremos. Anoche soñé con un pueblo de calles sin asfaltar en
           algún sitio embarrado de Polonia, giraba un carricoche hacia una
           bocacalle, de perfil me vi (soy mi padre) (y ahora soy padre de mí
           mismo) no me esperaba Egisto, el rey de la isla de Pilos no atendió
           a mis preguntas, saca al polaco, es otro mar, otro malestar, hubo
           asimismo alegrías numerosas, terrazas, enea, crujidos, somnolencia
           vivificadora, un gran silencio repentino tras las persianas: Onán Onán,
           soy muchacho. Obra la isla en mí, es perpetua. Cetro es la isla, al
            tercer golpe se abre la puerta (Eliot el búho Apollinaire, entraron): yo
            tengo veinte años, ya sueño lo nunca habido, el Cartujo en su celda.
           Guíame, Padre, por entre hileras de hicaco, ya pronto darán las ocho,
           se cierra el número. Un boquete hay en Egipto, por la cara de la
           pirámide corre un río, cuatro afluentes, a la Isla: una habitación.
           Guíame, Cronos, adentro (péndulo y punto) a tu abstracción. Tocan,
           quién vive, a cada mudanza interpondré los libros, y a cada desastre
           (pues es la condición) me sentaré de nuevo a releer los libros sobre
           mi regazo: yo soy la madre atenta y paridora de la alfabética
           distancia: con la letra, la Isla; con la figura de la letra, la figura de
           la Isla: un hombre la compone y recompone, y muere. Y la muerte
           lo baja; muere la coronilla, y muere de los ojos a la palabra a sus
           genitales. Tribulación. Tribulación del muerto. Recorrido de la
           hormiga en la cuenca vaciada; la avispa en la configuración de la
           boca; y qué animal lo agota lamiendo y reconfigurando (allá) sus
           partes bajas: en verdad soy de carne, muslo del Viejo, postizo de
           su cadera. Se desportilló mi padre, a dos bastones huecos de latón,
           caminotea mi madre. Ventrílocuo de ambos, yo: en boca cerrada,
           etc.; mis palabras caigan en saco roto. Y por el descosido del dril
           viejo del saco me fumaré en su nombre (el nombre de la Isla) para
           una última ocasión un veguero.  



JOSÉ KOZER






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