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Canto florido

Bello país de la muerte lindísimo país
te gustan los cadáveres y para qué negarlo.
Desde que te sabemos
Hasta donde te recordamos
En tu memoria siempre
Nuestra sangre se mezcló con tus entrañas
Tierra con sangre
Agua con sangre
Fuego rociado
Salpicado con la flor ceremonial
de nuestras venas.
Hay sangre hasta en el aire que respiras
Hay ese aroma cálido y humeante…
Adoras los cadáveres en largos viernesantos
Los venerados cuerpos de oscuros santoentierros
cubiertos de ornamentos
de pétalos y llagas
expuestos a la vista de fieles extasiados.
A Juan Sacatepéquez lo enterraste
en una tela morada con oros y brocados
A Juan Comalapa
en un escaparate de plata del siglo
diecisiete
a Joyabaj en la caja de una marimba.
Entierras todos los días
todas las noches
a Juan Ixcoy, Juan Ostuncalco,
Juan Chamelco, Juan Cotzal
cubiertos con plumas de gorrión.
Al ángel Gabriel
a mi hijo Calixto Camajá
a Magdalena Milpas Altas
y Agustín Acasaguastlán
a Domingo Tzunum, Diego Matías,
Manuela Sapón, San Raymundo,
Gualán,
Zaragoza.
A los Santos Apóstoles Pedro y Pablo
a la bienaventurada siempre Virgen
María Cauqué, María Perpetua, María Sabina
María Candelaria
y no me alcanza este papel
la noche no me alcanza.
Asombroso país
alimentado con ángeles llenos de muertos
de flores húmedas y blancas
que no tuvieron tiempo
que nunca más se abrieron en sus labios
de corazones apagados en el polvo
de hermosas osamentas
de ojos recién nacidos
y leches y pezones
y manos amarillas
de rojas verdes manos…

Te embriaga esta canción
Te gusta
Te adormece
Vela tu siesta de saurio extravagante.
Ocho mil tablas de pino colorado / mil cajas de caoba /
cajitas blancas de seda / mortajas de cartón / como se
pueda / entiérrenlos como se pueda / con hojas de maxán
o con periódicos / los pobres que se vayan sin chamarra
/ sin trabas, sin petate / enrróllenle esta bandera /cuatrocientos
quintales de cera de colmena / incienso parafina /clavos para
crucificar / vigas / soleras, dinteles / puertas quebradas
y que abran una zanja de aquí hasta el Usumacinta…
País esplendoroso
Que nadie en ti pregunte
qué sentido tiene nacer, llover, crecer,
dar flor, multiplicarse.…
Que nadie haga pronósticos, ni cuentas,
ni cómputos acerca del destino
acerca de estos pueblos
regados
congregados alrededor del sol
Ni de las plazas brillantes
Ni de los muros caídos
y vueltos a construir…
Aquí nada es verdad
Nada perdura pero
¿Qué importa?…
La vida es un pañuelo
es un hermoso juego
es un instante de pólvora y colores
y nada más…
Tu fiesta predilecta es este gusto
de morir
vistosamente
en grandes ceremonias colectivas
o a solas
tal vez en una celda
con cuatro zopilotes
y un gato enmascarado
y todo por amarte
lindísimo país
poblado de cadáveres
y cráteres floridos.


LUIS ALFREDO ARANGO




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