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La ofrenda

¡Que vuelo sideral de ala extendida!
¡Que zigzag de emoción era su vuelo!
¡Que ansiedad por llegar al Santo Suelo
vibraba en el albor de su caída!

Y llegó palpitante, estremecida
a ofrendar la grandeza de su anhelo,
el destello alumbraba al mismo cielo
que en su seno teníala dormida.

Y descubrió de nuevo aquella senda
a pesar de encontrarla desolada,
buscó con avidez la antigua tienda...

al mundo conmovía su llegada:
Batió sus albas alas de abanico
y el olivo soltó del rojo pico.





ELISA HUEZO PAREDES




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