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El aire de Santiago de Cuba

Entre el blanco y el negro, los colores de la ciudad
son infinitos, el tono del mamey para embarrar las calles,
el blanco de las nubes y de tu collar
y el color de la tormenta y de la papaya.
Las leves huellas
son verde narcótico que la noche administra
en la retina del que dejó su casa.
Alivia mi falo en tu título de príncipe de la levitación,
y al son del aire y del moho que todo lo transforma,
brindemos por la madera carcomida y por la lluvia,
emblema de la vegetación.




De: Los hermanos extranjeros


RODOLFO HÄSLER




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