AMALIA IGLESIAS SERNA | |
A Pedro Cano (Inspirado en una exposición del mismo título). La noche y sus jirones, sus espejos cortados. Acampamos fuera de la ciudad amurallada, buscamos en las sombras sus puentes levadizos. Aunque, quizás, después de todo, no queramos entrar y demoramos nuestros pasos en los bordes, ... | |
Nadie podrá decir, después de todo, que el tiempo entre tú y yo no ha sucedido. Fue el verano más lluvioso que recuerdo como si el cielo estuviera envenenado. Qué fácil aprender los perfiles del miedo, intuir el instante que detiene las horas. El verso se hizo turbio y el cuerpo autodidacta. ... | |
Regreso al mismo café. Las horas lentas que pasaron en vano atraviesan conmigo la puerta giratoria. Y al fondo, entre las mesas, una sonrisa tuya me mira como entonces. Pero otra vez esos labios extraviados tampoco son tus labios, no hay sonrisa y el mármol de esta mesa ... | |
Cultivo esperas en el jardín de la muerte. Todas las calles escriben esquejes en mis brazos y algunas flores tiran de mí como cadenas. Despertamos hortelanos de nuestro cuerpo en sombra, cada uno arrastra su alambrada invisible, sabe que existe una puerta sólo suya en el azar del horizonte. ... | |
Tampoco tienen fecha las hojas de este otoño y acaso no es verdad que su mundo agonice. Ni queda amargura en sus grietas ni sus arrugas aguardan la soledad del invierno. Es sólo levadura, madriguera, lazada de luz cuando reposa, cuando cierra los ojos para buscar los nombres de lo oscuro. ... | |
Desde el piso diecinueve de un rascacielos el lago Michigan helado, lápida de cristal, un blues para la noche desde arriba. Pensar si no habré muerto a miles de kilómetros y el purgatorio sean diez grados bajo cero, esos puentes alzados como cruces o esta soledad de nieve contra el rostro. ... | |
Extíngueme los ojos: puedo verte tápame los oídos: puedo oírte y aun sin pies puedo ir hasta ti y aun sin boca puedo conjurarte.R. M. Rilke Desde nunca te quiero y para siempre, desde todo y quizá y para siempre, desde el rotundo rayo que sube por la acequia de las horas al látigo ... | |
Se desliza la seda por el cuerpo afiebrado, como cuando nos dejábamos caer en la ladera virgen de la nieve. Blancas colinas o légamos de miel, la humedad que desciende con su lenguaje oscuro al territorio intacto de la luz. El viento roza su límite un instante resbala hacia el abismo ... | |
Caen,dices,devotos labios de nácar descreídoy hace mucho que la lluviasembró algunos silencios escandalosamente invisibles. Pero hemos estado siempre en este instante donde todos los pájaros ensayan una fuga, donde ensayan esta cúpula que cierra el tiempo de la ofrenda y la derrota. ... | |
Esta misma quietud la reconoces, el lecho de la luz, esplendor del estío, y tu pálido cauce adolescente, la imagen aún borrosa del clamor y de la yerba. Como un vaho transterrado de las fiebres antiguas, sube todo el silencio deshojando tu cuerpo. Este bosque de sauces que fuera tu dominio, ... | |
Tres vueltas de llave y un olor a silencio, la luz súbitamente estrangulada en el lecho sin fondo y la humedad de quince o más otoños y esta locura y esta oscura gangrena de embriagada penumbra, tres o cuatro macetas con esquejes de olvido o esa vela gastada en noche de tormenta. ... | |
Ningún río puede atravesar dos veces al mismo hombre. La naturaleza es dadivosa pero insegura, la suerte, en cambio, se basta a sí misma. Vislumbre de las cosas que se muestran son las cosas ocultas. No existe vacío sin movimiento. No es posible que sea todo lo que no es siempre. ... | |
Hay un invierno que acecha en el horizonte. Sólo veo sus grandes ojos que sobresalen del lodo, sus ojos de viejo hipopótamo cansado. Me está mirando desde que nací. No parpadean. Apenas quedan estaciones en mis manos. Pasan las primaveras. Las estrellas brotan puntuales ... | |
Lo que no dice la sombra de mis labios medita alrededor de su espesura. Intimidad, poema, profecía del principio, periferias o puertas de horizonte. Cuando voy a soñar el viento habita las tumbas, erosiona la casa de todas las edades. La memoria, acostumbrada a su barbecho, ... | |
He interrogado hasta el amanecer al pozo de las preguntas. Es mentira que el corazón sepa decirse mejor en esa sombra. He interrogado a la memoria y al camino, y al cielo turbio que coagulaba dudas. Pero no bastaba crecer en los escombros del verbo, ni formular la cicatriz reciente. ... | |
Te buscaré para decirte que estoy enamorada de la vida, que amo en la angustia su labio que me ignora, busco sin cauce su dulce guillotina, su espada de mil filos tajando mi oleaje. Amo la vida que me pesa y me trasnocha, con el licor amargo que despiertacomo un hilo de bruma ... | |
como quien tira los dados de la duda en una grieta del corazón. Te envío cartas que saben que no saben decirse por sí solas. Te llamo para buscar el tesoro que escondimos detrás de la maleza. Te hago señales de luz desde un faro de cera. El latido de la pasión suena a timbales. ... | |
Toma también mis ojos, la decisión de fecha escurridiza y llévame a aprender tierra de nadie o inciertas geografías. Toma el camino túnel o imán de mi memoria. Enséñame a mirar senderos, nubes, nervaduras, metáforas. El espacio reiterado del deseo en su mapa de arterias ... | |
La hierba fulgura más verde que anteayer y me he acercado. Al abrigo de los matorrales un pequeño jardín se sabe dulce alegoría de la muerte. Como entonces se escucha un sonido encandilado de élitros y el viento norte pasa diciendo que no hay nadie. Veo ahora una niña antigua, ... |