ELENA MEDEL | |
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Hoy, por fin, descubro que tengo buena suerte. Que cada vez es más sencillo que las yemas de mis dedos viajen, intuitivas, por los túneles de mi torso. Que mi estómago ha aprendido del mito de Narciso y ya silencia él sólo su grito desgarrado: la desgracia de la hermosura ansío para mí. ... | |
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Yo soy Elisabeth Gille llorando tu marcha: éstas son mis cartas de cumpleaños quemadas. Yo soy tu hija pequeña sin regalos de Navidad. Persiguiendo a los nazis, saltando la valla. Yo soy David Golder arruinado tras tu muerte. Yo soy un acorde de piano cualquiera que, de repente, | |
Cuatro pasos de agua son frontera entre su ombligo y la autopista. Confío en la ruta de mordiscos de su espalda. ¿Me anochece para siempre esta señal? ¿O es brújula de luz para la tarde? | |
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Sólo yo sé cuándo sobrevivimos. Lo sé porque mis dedos se transforman en lápices de colores. Lo sé porque con ellos dibujo en las paredes de tu casa mujeres con rostro de epitafio. Porque, a la caricia de la punta, comienza el derrame de los cimientos formando arco iris en la noche. ... | |
Tú dejaste inhabitada la isla que me flota entre los muslos: hoy mi propio mástil carnívoro me destroza por dentro. Ha comenzado el banquete se retuerceórbita azul y en llamas descubro famélicos los astros. Sé que soy el centro del mundo y mi diadema besa el suelo, ... |