GERTRUDIS GÓMEZ DE AVELLANEDA | |
| |
No existe lazo ya; todo está roto: plúgole al Cielo así; ¡bendito sea! Amargo cáliz con placer agoto; mi alma reposa al fin; nada desea. Te amé, no te amo ya; piénsolo, al menos. ¡Nunca, si fuere error, la verdad mire! Que tantos años de amarguras llenos trague el olvido; el corazón respire. ... | |
| |
¡Oh, tú, del alto cielo precioso don, al hombre concedido! ¡Tú, de mis penas íntimo consuelo, de mis placeres manantial querido! ¡Alma del orbe, ardiente Poesía, dicta el acento de la lira mía! Díctalo, sí, que enciende tu amor mi seno, y sin cesar ansío la poderosa voz, que espacios hiende, ... | |
| |
| |
Reina el silencio: fulgidas en tanto, luces de paz, purísimas estrellas, de la noche feliz lámparas bellas, bordáis con oro su luctuoso manto. Duerme el placer, mas vela mi quebranto, y rompen el silencio mis querellas, volviendo el eco, unísono con ellas, de aves nocturnas el siniestro canto. ... | |
| |
¡Arbol que amé! te reconozco: en vano el ábrego inclemente, el bóreas ronco, con empeño tirano contra tu pompa y majestad conspiran, y en torno hacinan de tu mustio tronco tus hojas, iay! que murmurando giran. Te reconozco, si; que tu mudanza no es mayor, no, que la mudanza mía. Marchita, ... | |
Escrito estaba, sí: se rompe en vano una vez y otra la fatal cadena, y mi vigor por recobrar me afano. Escrito estaba: el cielo me condena a tornar siempre al cautiverio rudo, y yo obediente acudo, restaurando eslabones que cada vez más rígidos me oprimen; pues del yugo fatal no me redimen ... | |
¡Perla del mar! ¡Estrella de occidente! ¡Hermosa Cuba! Tu brillante cielo La noche cubre con su opaco velo, Como cubre el dolor mi triste frente. ¡Voy a partir!... La chusma diligente, Para arrancarme del nativo suelo Ias velas iza, y pronta a su desvelo La brisa acude de tu zona ardiente. ... | |
| |
Reina en el cielo. ¡Sol¡, reina, e inflama con tu almo fuego mi cansado pecho¡ sin luz, sin brío, comprimido, estrecho, un rayo anhela de tu ardiente llama. A tu influjo feliz brote la grama; el hielo caiga a tu fulgor deshecho: ¿Sal, del invierno rígido a despecho, rey de la esfera, sal: mi voz te llama¡ ... | |
Los negros cabellos al viento tendidos, los ojos hundidos, marchita la tez, hoy llora humillada la hermosa María, ejemplo algún día de altiva esquivez. Su pecho acongoja profundo quebranto, no alivia su llanto su acerbo dolor; que en triste abandono su amante la deja, de bronce a su queja, ... | |
Tiñe ya el Sol extraños horizontes; el aura vaga en la arboleda umbría; y piérdese en la sombra de los montes la tibia luz del moribundo día. Reina en el campo plácido sosiego, se alza la niebla del callado río, y a dar al prado fecundante riego, cae, convertida en límpido rocío. ... | |
He aquí el asilo de la eterna calma, do sólo el sauce desmayado crece... ¡Dejadme aquí; que fatigada el alma, en aura de las tumbas apetece¡ Los que aspiráis las flores de la vida, llenas de aroma de placer y gloria, no piséis el lugar do convertida veréis su pompa en miserable escoria. Mas venid todos ... | |
(Soneto escrito en una tarde tempestuosa) ¡Del huracán espíritu potente, rudo como la pena que me agita! ¡Ven, con el tuyo mi furor excita! ¡Ven con tu aliento a enardecer mi mente! ¡Que zumbe el rayo y con fragor reviente, mientras cual a hoja seca o flor marchita tu fuerte soplo ... | |
Otra vez llanto, soledad, tinieblas... ¡Huyó cual humo la ilusión querida! ¡La luz amada que alumbró mi vida un relámpago fue! Brilló para probar sombra pasada; brilló para anunciar sombra futura; brilló para morir... y en noche oscura para siempre quedé. Tras luengos años de tormenta ruda, ... | |
| |
| |
¡Oh Antilla dichosa¡ ¿Qué mágicos sones, qué luz inefable, qué extraña alegría, del cielo destierran los negros crespones, prestando a esta noche la pompa del día? ¿Por qué tan ufana, tan bella la luna con faz refulgente comienza su giro, y no hay leve sombra que cruce importuna su trono ... | |
¡Mirad!, ya la tarde fenece... La noche en el cielo despliega su velo propicio al amor. La playa desierta parece; las olas serenas salpican apenas su dique de arenas, con blando rumor. Del líquido seno la luna su pálida frente allá en occidente comienza a elevar. No hay nube que vele ... | |
No encuentro paz, ni me permiten guerra; de fuego devorado, sufro el frío; abrazo un mundo, y quédome vacío; me lanzo al cielo, y préndeme la tierra. Ni libre soy, ni la prisión me encierra; veo sin luz, sin voz hablar ansío; temo sin esperar, sin placer río; nada me da valor, nada me aterra. ... | |
En vano ansiosa tu amistad procura adivinar el mal que me atormenta; en vano, amigo, conmovida intenta revelarlo mi voz a tu ternura. Puede explicarse el ansia, la locura con que el amor sus fuegos alimenta... Puede el dolor , la saña más violenta, exhalar por el labio su amargura.. ... | |
| |
Y yo- que en mi pecho lo guardo esculpido- te ruego permitas, duquesa gentil, que en tonos de mi arpa dirija a tu oído aquese concierto que escucho feliz. Me asocio a la noche, los astros, las flores, las nubes, las aves, los silfos y el mar... ¡Recibe en los suyos mis pobres olores y cien tiernos votos de fiel ... | |
| |
¡Feliz quien junto a ti por ti suspira, quien oye el eco de tu voz sonora, quien el halago de tu risa adora, y el blando aroma de tu aliento aspira! Ventura tanta, que envidioso admira el querubín que en el empíreo mora, el alma turba, al corazón devora, y el torpe acento, al expresarla, espira. ... | |
¡Feliz quien junto a ti por ti suspira, quien oye el eco de tu voz sonora, quien el halago de tu risa adora y el blando aroma de tu aliento aspira! Ventura tanta, que envidioso admira el querubín que en el imperio mora, el alma turba, el corazón devora, y el torpe acento, al expresarla, expira. ... | |
| |
¡Perla del mar! ¡Cuba hermosa! Después de ausencia tan larga Que por más de cuatro lustros Conté sus horas infaustas, Tomo al fin, tomo a pisar Tus siempre queridas playas, De júbilo henchido el pecho, De entusiasmo ardiendo el alma. ¡Salud, oh, tierra bendita, ... | |
¡Escucha¡ Con místicas voces de extraña dulzura te dice natura por qué mi hermosura se ostenta mayor, y visten de espléndida gala la tierra y el cielo, trocando su anhelo, del aire en el vuelo, suspiros de amor. | |
Brotó esta zona de ese astro el brillo, y aunque me humillo su luz al ver, como un tributo le doy la mía.... ¡De Antonia el día va a aparecer! De: Voces Selección: Guido Ferrer | |
Sí, sí, las nieblas tristes -por plácido misterio- hoy huyen de mi imperio, de Cuba en la región. ¡Escucha¡ Precursora de un alba cual ninguna, yo alumbro, con mi luna, de otro astro la ascensión. | |
De mirto entre ramos, con tierna alegría, su nombre cantamos porque es melodía. ¡Antonia!...¡qué blanco, qué ledo sonido!... Jamás gorjeando de amor en el nido, daremos al viento, del sol a presencia, más grato concento, más dulce cadencia, más bella canción. ... | |
Por eso adornan la inmensa bóveda nuestros destellos con franjas de oro, y estremecidas vertemos pródigas, de luz cambiantes, de aljófar lloro. La verdad rara, de nombre eufónico, que al suelo alumbra cuando lo huella... ¿no es nuestra hermana? Del cielo tórrido ¿no es la más pura, ... | |
En tanto nuestros cálices se entreabren virginales; perfumes sin iguales derraman por doquier: que anuncian festejamoscual nunca jubilosas la flor de las hermosas que Cuba vio nacer. De: Voces Selección: Guido Ferrer | |
Y yo lo escucho, mis ondas rizo, murmuro plácido, y me deslizo de flor en flor. De: Voces Selección: Guido Ferrer |