MIGUEL D´ORS | |
Decir pestes de él tiene, sin duda, un sólido prestigio literario -tacharlo de asesino, por ejemplo, o compararlo con uno de esos ciclones con nombre de corista que pasan y que dejan en los telediarios un paisaje de grandes palmeras derrocadas y uralitas errantes, o simplemente lamentarlo ... | |
El lunes es el nombre de la lluvia cuando la vida viene tan malintencionada que parece la vida. El martes es que lejos pasan trenes en los que nunca vamos. El miércoles es jueves, viernes, nada. El sábado promete, el domingo no cumple y aquí llega otra vez- o ni siquiera otra: la misma vez- ... | |
Joven, yo era un vanidoso inaguantable. Esto va mal , me dijo un día el espejo. Tienes que corregirte . Al cabo de unas semanas era menos vanidoso. Unos meses después ya no era vanidoso. Al año siguiente era un hombre modesto. Modestísimo. Uno de los hombres más modestos ... | |
Ellos que viven bajo los focos clamorosos del éxito y poseen suaves descapotables y piscinas de plácido turquesa con rosales y perros importantes y ríen entre rubias satinadas bellas como el champán,pero no son felices, y yo que no teniendo nada más que estas calles gregarias ... | |
Es misteriosa como el tiempo y el mercurio, delirante y exacta, álgebra y fuego. Cuando nadie la espera, coronada de escarcha baja tarareando con pies maravillosos por entre los helechos. Muchos enamorados consagraron su vida a llamarla, elevaron laboriosos palacios para ella ... | |
Era el abuelo y sus inmensas expediciones mirar qué oruga viva y la caja con sus agujeritos los zapatos lustrosos para los Reyes Magos el séptimo no hurtar las canicas el trompo el adelante mis valientes Supermán con su vista de rayos X pero la kryptonita era estar de vigía en la rama más alta ... | |
Con tu mirada tibia alguien que no eres tú me está mirando: siento confundido en el tuyo otro amor indecible. Alguien me quiere en tus te quiero, alguien acaricia mi vida con tus manos y pone en cada beso tuyo su latido. Alguien que está fuera del tiempo, siempre detrás del invisible umbral del ... | |
Mi vida: tantos días que no estuve en El Cuzco ni en Siena ni en Grenoble, tantos aviones rubricando el cielo en los que yo no iba, tantas voces cuyo calor jamás tocó mi corazón. Sólo el tiempo, vacío, sólo el tiempo, esta estepa desesperada, sólo ver los martes, los miércoles, los jueves, ... | |
Desde ese tiempo diferente al mío en que de una mirada ven Tus ojos la semilla la rosa y los despojos nacercorrerdesembocar al río mira esta pobre vida desgarrada entre el ayer el hoy y mil quién sabe de los que sólo Tú tienes la llave mírame en esta hora desolada a tientas ... | |
Qué dicha no ser Basho, en cuya voz florecían tan leves los ciruelos, ni ser Beethoven con su borrasca en la frente ni Tomás Moro en el taller de Holbein. Qué dicha no tener un bungalow en Denver (Colorado) ni estar mirando desde el Fitz Roy el silencio mineral de la tarde patagónica ni oler ... | |
Os dejo el río Almofrey, dormido entre zarzas con mirlos, las hayas de Zuriza, el azul guaraní de las orquídeas, los rinocerontes, que son como carros de combate, los flamencos como claves de sol de la corriente, las avispas, esos tigres condensados, las fresas vagabundas, los farallones de Maine, ... | |
Se van muriendo uno tras otro como en las películas de náufragos o de aviones estrellados en neveros incógnitos. Sucumbió el portero de fútbol catequístico y el bailarín de valses bajo la luz periódica de un faro y el estudiante que sueña un verano arqueológico en Egipto y el insensato ... | |
Raro asunto la vida: yo que pude nacer en 1529, o en Pittsburg o archiduque, yo que pude ser Chesterton o un bonzo, haber nacido gallego y d Ors y todas esas cosas. Raro asunto que entre la muchedumbre de los siglos, que existiendo la China innumerable, y Bosnia, y las cruzadas, y los incas, ... | |
Tu corazón navega en la Kon-Tiki, se adentra con Amundsen por la grandes soledades heladas, sube al Nanga Parbat con Hermann Buhl, se abre paso hacia el Amazonas, monta potros, se hunde en ciénagas verdes con fiebres y mosquitos, atraviesa desiertos, caza el oso. Y tú aquí, ... | |
Los antiguos hablaron de la Musa. Del Numen Don Manuel Josef Quintana (naturalmente, entre signos de admiración). Otros de ángel, de duende, de un dedo celestial y otros mil artilugios que en un pérez -afirman levantan un Poeta. La experiencia prefiere dejarse de cumplidos: ... |