HEBERTO PADILLA | |
¿Son estremecimientos, náuseas, efusiones, más bien esas ganas que a veces tiene el hombre de gritar? No lo sé. Vuelvo a escena. Camino hacia los reflectores como ayer, más veloz que una ardilla, con mi baba de niño y una banda tricolor en el pecho, protestón e irascible ... | |
I No te fue ddo el tiempo del amor ni el tiempo de la calma. No pudiste leer el claro libro de que te hablaron tus abuelos. Un viento de furia te meció desde niño, un aire de primavera destrozada. ¿Qué viste cuando tus ojos buscaron el pabellón despejado? ¿Quiénes te recibieron cuando ... | |
¡Mira la vida al aire libre! Los hombres remontan los caminos recuperados y canta el que sangraba. Tú, soñador de dura pupila, rompe ya esa guarida de astucias y terrores. Por el amor de tu pueblo, ¡despierta! ... | |
He comprado estas fresas para ti. Pensé traerte flores, pero vi a una muchacha que mordía fresas en plena calle, y el jugo espeso y dulce corría por sus labios de tal modo que sentí que su ardor y avidez eran como los tuyos, imagen misma del amor. Hemos vivido años luchando ... | |
A aquel hombre le pidieron su tiempo para que lo juntara al tiempo de la Historia. Le pidieron las manos, porque para una época difícil nada hay mejor que un par de buenas manos. Le pidieron los ojos que alguna vez tuvieron lágrimas para que no contemplara el lado claro (especialmente ... | |
Madre, todo ha cambiado. Hasta el otoño es un soplo ruinoso que abate el bosquecillo. Ya nada nos protege contra el agua y la noche. Todo ha cambiado ya. La quemadura del aire entra en mis ojos y en los tuyos, y aquel niño que oías correr desde la oscura sala, ya no ríe. Ahora todo ... | |
A Yannis Ritzos, en una cárcel de Grecia. ¡Al poeta despídanlo! Ése no tiene aquí nada que hacer. No entra en el juego. No se entusiasma. No pone en claro su mensaje. No repara siquiera los milagros. Se pasa el día entero cavilando. Encuentra siempre algo que objetar. ... | |
Aquí los barcos entran lentos, cuidando no escorar; son contemplados por el ávido puerto. La niebla inunda el apacible canal. Y otros barcos de Holanda, de Suecia, de Noruega, también entraron lentos al puerto de Hamburgo hace cuarenta días. Para estos barcos vive el puerto, ... | |
Me contaba mi madre que aquel pueblo corría como un niño hasta perderse; que era como un incienso aquel aire de huir y estremecer los huesos hasta el llanto; que ella lo fue dejando, perdido entre los trenes y los álamos, clavado siempre entre la luz y el viento. | |
Buscador de muy agudos ojos hundes tus nasas en la noche. Vasta es la noche, pero el viento y la lámpara, las luces de la orilla, las olas que te levantan con un golpe de vidrio te abrevian, te resumen sobre la piedra en que estás suspenso, donde escuchas, discurres, das fe de amor, ... | |
Pueden fotografiarlas junto a un rosal en un jardín etrusco frente a la columnata del Partenón con sombreros enormes entre cactus en México llevando los colores de moda el pelo corto o largo y boinas de través como conspiradores: no cambiarán no dejarán de ser las mismas ... |