LUIS GARCÍA MONTERO | |
y recuerdo una brisa triste por los olivos F. G. L. Después de la prisa cansada de los últimos trenes nada vuelve. Sólo queda tu rostro sobre Broadway y es difícil, de tanta soledad, cerrar los ojos sin dudar que existes. Absurda esta lengua de fuego que parte el horizonte, ... | |
Bajo una lluvia fría de polígono, con un cielo drogado de tormenta y nubes de extrarradio. Porque este amor de llaves prestadas nos envuelve en una intimidad provisional, paredes que no hacen compañía y objetos como búhos en la sombra. Son las sábanas más tristes de la tierra. ... | |
Al pasar de los años, ¿qué sentiré leyendo estos poemas de amor que ahora te escribo? Me lo pregunto porque está desnuda la historia de mi vida frente a mí, en este amanecer de intimidad, cuando la luz es inmediata y roja y yo soy el que soy y las palabras conservan el calor del cuerpo ... | |
En la cara lleva tres años perdidos y el frío de las seis de la mañana. Van a partirte el corazón. De pronto la luz apagada, los pasillos turbios, la puerta que clava su ruido en la espalda. Van a partirle el corazón. Y arrastra una cadena oscura de pasiones heladas, ese frío que cabe solamente detrás ... | |
Dormía en el refugio de los débiles, una cama revuelta de oscuridades fuertes, cuando bajó su sueño a sespertarlo. Puso entonces los pies en un mundo nevado. El frío de las ropas por el suelo, de los amaneceres y los zapatos viejos. Como los pedregales de la casa ... | |
Los árboles miran su puerta cerrada. Un motor que cruza, una luz que se apaga. Dos ojos vigilan inyectando miedo desde la ventana. Pasan los silencios de la madrugada. Un hombre, dos faros, alguna muchacha. Pasan las cadenas del tiempo que pasa, porque mide un siglo el dolor ... | |
Señor compañero, Señor de la noche, haz que vuelva su rostro quien no quiso mirarme. Que sus ojos me busquen sostenidos y azules por detrás de la barra. Que pregunte mi nombre y se acerque despacio a pedirme tabaco. Si prefiere quedarse, haz que todos se vayan ... | |
Sí, tú conoces la tarde que se cae por ley de gravedad de quien la mira. Y conoces su luz, devaluada, fría, como un cristal sin ánimo. Oyes que son las siete. Desde la superficie metálica del mundo, todo está envejecido. Porque la tarde cae como una forma de sabiduría, y es también una edad, ... | |
La vida tiene pétalos y un rosal donde tiemblan las historias. La historia de ese pájaro que llegaba a dormirse en los escaparates y ahora vuela en el alma de sus nuevos clientes. La historia de esa nube que cubría ciudades con papel de periódico y ahora deja su lluvia en un tren cancelado. ... | |
Pero las cosas han cambiado. Míralas en su desconocido firmamento. Esta lámpara joven. ¿Qué soledad descubre su luz en el espejo? Este vaso de agua. ¿Qué noche de verano comprende sus secretos? Estas vigas azules. ¿Qué araña tejerá el dolor de sus cuentos? ... | |
El agua pide orillas donde apoyar la frente, la noche busca sueños para entrar en las casas, la luz se hace murmullo y los países juegan a las cartas. Juegan como el silencio con sus ruidos para pensar que existen en un orden certero. Como los rayos de la luna, ... | |
Seguramente nadie pudo decirnos que la luz era un túnel sin salida, que el sol era la sombra y el mar un sentimiento de la piedra. Seguramente nadie, nadie quiso advertir en los periódicos una flor que era invierno, una ley que era espada y esta nube, sospecha de la roca. ... | |
Abriré las ciudades por si hay una silla vacía en los ojos cerrados del futuro. Abriré las palabras por si llego a una luz y a una mesa en los ojos insomnes del pasado. Y abriré la piel de un ruido, la bóveda de un eco, el tejdo con hierbas de mi casa. Quiero estar en nosotros, quiero volver ... | |
No obedece el futuro, ni el pasado obedece, ni siquiera los días contables del presente. Tampoco las palabras escritas obedecen. Son un destino al margen, unas canciones débiles, como las caracolas tocadas de cipreses que dejan en el viento las verdades sin suerte. No obedecen las cartas. ... | |
Por detergentes y lavavajillas, por libros ordenados y escobas en el suelo, por los cristales limpios, por la mesa sin papeles, libretas ni bolígrafos, por los sillones sin periódicos, quien se acerque a mi casa puede encontrar un día completamente viernes. Como yo me lo encuentro ... | |
Yo te estaba esperando. Más allá del invierno, en el cincuenta y ocho, de la letra sin pulso y el verano de mi primera carta, por los pasillos lejos y el examen, a través de los libros, de las tardes de futbol, de la flor que no quiso convertirse en almohada, por debajo de todo lo que amé, ... | |
Con qué ferocidad y a qué hora importuna salen tus veinte años de la fotografía para exigirme cuentas. En los ojos heridos por la luz sostienes la mirada de mis sobras, en el descaro de tus profecías desdeñas la lealtad de mis recuerdos, en la piel transparente anegas el cansancio ... | |
Quien no quiso caer en la mentira, no sea injusto desde la verdad. Repítelo. En un día de calma. Aunque la mar extienda sus castigos y el golpe solitario de los remos se pierda entre la espuma, como se pierde el último destello de una mano, quiero que lo repitas: es un día de calma. ... | |
A Francisco Brines Parece que soy yo quien hasta mí se acerca quien erguido camina rodeando mis piernas, apoyando la piel sobre mi pecho, cuando se acercan ellos, los recuerdos, esos gatos sonámbulos del tiempo que vigilan reunidos, como palabras dichas, caídas en el blanco mantel ... | |
Generaciones últimas de muchachas difíciles, muchachos obligados al orgullo y tocadiscos viejos, me recuerdan que en alguna terraza junto al mar, bajo el calor de un mundo, estuve yo también, con esa misma falta de existencia. (La arena en el sostén y los vaqueros, el muslo hundido, ... | |
Las palabras son barcos y se pierden así, de boca en boca, como de niebla en niebla. Llevan su mercancía por las conversaciones sin encontrar un puerto, la noche que les pese igual que un ancla. Deben acostumbrarse a envejecer y vivir con paciencia de madera usada por las olas, ... | |
Porque sé que los sueños se corrompen, he dejado los sueños. El mar sigue moviéndose en la orilla. Pasan las estaciones como huellas sin rumbo, la luz inútil del invierno, los veranos inútiles. Pasa también mi sombra, se sucede por el castillo solitario, como la huella negra ... | |
Al volver burocráticos hombres con cartera descansan un momento. Hay un rumor de luces suspendidas, una dispersa claridad de voces, y en la tarde se abren los pájaros en fuga, el coro de las madres y de las bicicletas, un músico ambulante. La vida rutinario es esta mansedumbre de gente ... | |
Más allá de la sombra te delatan tus ojos, y te adivino tersa, como un mapa extendido de asombro y de deseo. Date por muerta amor, es un atraco. Tus labios o la vida. | |
Ella me besa, marca la sonrisa y viaja por los labios al pasado con el adorno de sus sentimientos, lujosa y encendida como un árbol de navidad, paloma de amistades difíciles que abriga con recuerdos lo que duele por demasiado frío en el presente. Ayer te vimos por televisión, no vas a cambiar ... | |
A Jon Juaristi Canciones que no pueden ser cantadas, banderas que me manchan con su sangre las manos, libros oscurecidos por el tiempo, plazas que sólo existen en las fotografías. Como el águila vivo en un bosque incendiado. El brillo de mis ojos es de llamas extrañas. ... | |
Nadie sabrá las veces, las mil veces, después de la tristeza o de la humillación, que envidié la sonrisa de los cínicos, esa distancia fría de sus labios ante la realidad. Son como estatuas sobre el declive amargo del otoño, y en las seguridades de la piedra no conciben el riesgo de la fe, ... | |
Cuando los merenderos de septiembre dejaban escapar sus últimas canciones por las colinas del Genil, yo miraba la luz, como una flor envejecida, caerse lentamente. Lo recuerdo. Y recuerdo en mi piel la enfermedad de las horas inciertas. Por los alrededores la mirada del niño ... | |
Yo sé que el tierno amor escoge sus ciudades y cada pasión toma un domicilio, un modo diferente de andar por los pasillos o de apagar las luces. Y sé que hay un portal dormido en cada labio, un ascensor sin números, una escalera llena de pequeños paréntesis. Dé que cada ilusión tiene formas ... | |
Pienso en la solución confusa de este cielo, la lluvia casi a punto en la mirada débil que las muchachas me dirigen acelerando el paso, solitarias, en medio del acento que se escapa como un gato pacífico de las conversaciones. Y también pienso en ti. Es la exigencia de cruzar esta plaza, la tarde, ... | |
Así amanece el día Claudio Rodríguez ¿Conoces ya la tinta meditada de la primera luz? Mira el esfuerzo que en la copa más alta del bosque más oscuro raya un momento, avisa y mientras cae forma la claridad. Así comienza el día. Así también, contigo, cobran todas las cosas ... | |
Baja el avión por fin, estoy bajando a la ciudad de agosto. La sombra de las alas deja huellas azules sobre la tierra seca y recorre los campos con una vibración de película antigua. Estoy bajando, llego a la ciudad tomada por los brazos desnudos, llego a la lentitud de los museos, a terrazas ... | |
No es el cuchillo que por fin nos mata, sino la espera fría de su hoja en la piel, el tiempo sucio y duro, los plazos del temor, porque la muerte suele afilar sus armas en el miedo cortante de la víctima. No es el tener que irme, ni es el amor vivido en dos ciudades, sino la cuenta atrás ... | |
Nunca he tenido dioses y tampoco sentí la despiadada voluntad de los héroes. Durante mucho tiempo estuvo libre la silla de mi juez y no esperé juicio en el que rendir cuentas de mis días. Decidido a vivir, busqué la sombra capaz de recogerme en los veranos y la hoguera dispuesta a llevarse ... | |
Si alguna vez las aguas se retiran, comprenderé el vacío, conoceré la muerte sin disfraces. Como una hierba seca atrapada en el humo de los cirios, me reveló muy pronto su disfraz. No sé, debió de ser el año sesenta y seis, tal vez sesenta y siete, en una tarde de silencio frío. Era entonces ... | |
Olvídate de mí si estás conmigo. Podemos permitirnos este lujo de abandonar los nombres, porque el nombre es razón de los ausentes, y nosotros estamos en la luz, en el aire que corta las dulces siluetas, en el tiempo que ordena las palabras y en los escalofríos del jardín. ... | |
Casi nadie me llama por mi nombre, vulgar y cotidiano como la rebeldía. Prefieren otorgarme la nobleza ridícula que yo mismo elegí, el título de un pobre caballero, de una triste ilusión, y me recuerdan hoy por el delirio de mis noches, alunado, valiente en la cabalgadura de los sueños ... | |
Está solo. Para seguir camino se muestra despegado de las cosas. No lleva provisiones. Cuando pasan los días y al final de la tarde piensa en lo sucedido, tan sólo le conmueve ese acierto imprevisto del que pudo vivir la propia vida en el seguro azar de su conciencia, así, ... | |
Señores pasajeros buenas tardes y Nueva York al fondo todavía, delicadas las torres de Manhattan con la luz sumergida en una muchacha triste, buenas tardes señores pasajeros, mantendremos en vuelo doce mil pies de altura, altos como su cuerpo en el pasillo de la Universidad, ... | |
Los automóviles llegaron aquí un año de repente, y con ellos el tiempo, hacia mil novecientos cincuenta y ocho entonces. Están los mismos tilos al borde del jardín, los mismos ojos detrás de la ventana, siempre conventual a las fuentes vacías del invierno. Nos fue dado el amor ... | |
Junto a la ropa sucia el papel de regalo. La distancia tenía el color de hierba y bosque, autopistas lavadas por la lluvia, direcciones escritas en periódicos. Y recuerdo también mañanas intermedias en el coche de un extraño cualquiera, posiblemente amigo de otro amigo, ... | |
Me persiguen los teléfonos rotos de Granada, cuando voy a buscarte y en las calles enteras están comunicando. Sumergido en tu voz de caracola, me gustaría el mar desde una boca prendida con la mía, saber que está tranquilo de distancia, mientras pasan, respiran, se repliegan a su instinto ... | |
Déjalo ya. Recorre este silencio de naranjas sin sol y cipreses sin luna. Ahora que la verdad y la mentira se alejan fatigadas en el humo amarillo de un desdén, tendrás que defenderte de los rencores y del patetismo. La muerte es un contable perdido en la inocencia de los números. ... | |
Asume Tus errores. Visto para sentencia queda el tiempo de las manzanas y la luna blanca. Como en noche de nieve, el lobo que cruzó los almanaques ha marcado sus huellas. Las conoces, sabes qué significa dejar de amar, dejar de ser amado, sentir que los minutos se corrompen en el embarcadero ... | |
Ese otro, también te ama. Darío Jaramillo Agudelo Es que no eras el mismo, me dices con los ojos quemados de mirarme. Te dolía la casa, viajabas demasiado y sin motivo, rodabas por el humo de la noche igual que el sueño roto de la mesa, parecías amargo, muy perdido, tal vez por otros cuerpos, ... | |
(1941) Sólo más tarde se darían cuenta de que los dos buscaban una historia no demasiado cerca del amor, tal vez alguna excusa para mirar los árboles de enero temblando sobre el parque, atravesar las calles de una ciudad tomada por los himnos y la ropa de invierno o verse acompañados ... | |
Nadaba yo en el mar y era muy tarde, justo en ese momento en que las luces flotan como brasas de una hoguera rendida y en el agua se queman las preguntas, los silencios extraños. Había decidido nadar hasta la boya roja, la que se esconde como el sol al otro lado de las barcas. ... | |
Se deshizo la luz, equivocó su horario por dejarte desnuda, desdibujó tus ojos mientras me sonreías. mientras me soreías vi una sombra inclinada desvestirse, abrir la cremallera despacio del silencio, dejar sobre la alfombra la civilización. Y tu cuerpo se hizo dorado y transitable, ... | |
Recuerda que tú existes tan sólo en este libro, agradece tu vida a mis fantasmas, a la pasión que pongo en cada verso por recordar el aire que respiras, la ropa que te pones y me quitas, los taxis en que viajas cada noche, sirena y corazón de los taxistas, las copas que compartes ... | |
Esta ciudad me mira con tus ojos, parpadea, porque ahora después de tanto tiempo veo otra vez el piano que sale de la casa y me llega de forma diferente, huyendo del salón, abordando las calles de esta ciudad antigua y tan hermosa que sigue solitaria como tú la dejaste, cargando con sus plazas, ... | |
Sospechan de nosotros. Ha pasado el primer autobús, y nos sorprende en el lugar del crimen, desatados los cuellos y las manos a punto de morir, abandonándose. Nos da el alto la luz, sentimos su revólver por la espalda, demasiado indeciso, su temblor en nosotros, encubierto bajo ... | |
Nada más solitario que el dolor porque también excluye a quien lo siente, si con él se traiciona o se acompaña. De mi propio vacío siempre yo el excluido. Tú, tan desaparecida, tragada por la tierra como lluvias de paso, puedes estar debajo de las sombras que comparten la noche con mi sombra, ... | |
Bajo una lluvia fría de polígono, con un cielo drogado de tormenta y nubes de extrarradio. Porque este amor de llaves prestadas nos envuelve en una intimidad provisional, paredes que no hacen compañía y objetos como búhos en la sombra. Son las sábanas más tristes de la tierra. ... | |
Han pasado los vientos y mirarse a los ojos no es sencillo. Vivir esta ciudad es pisar un jardín de tachaduras, la presencia infectada de lo que ya no existe, de lo que fue recinto del invierno o refugio del sol, teatro de las lluvias y de los conocidos. ... |