JULIO FLÓREZ | |
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Mil veces me engañó; más de mil veces abrió en mi corazón sangrienta herida; de los celos la copa desabrida me hizo beber hasta agotar las heces. Fue en mi vida, con todas sus dobleces, la causa de mi angustia -no extinguida- aunque, ¡pobre de mí! toda la vida su mentiroso amor... ... | |
Oye la historia que contóme un día el viejo enterrador de la comarca: era un amante a quien por suerte impía su dulce bien le arrebató la parca. Todas las noches iba al cementerio a visitar la tumba de la hermosa; la gente murmuraba con misterio: es un muerto escapado de la fosa. ... | |
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Cuando lejos, muy lejos, en hondos mares, en lo mucho que sufro pienses a solas, si exhalas un suspiro por mis pesares, mándame ese suspiro sobre las olas. Cuando el sol, con sus rayos, desde el oriente, rasgue las blondas gasas de las neblinas, si una oración murmuras por el ausente, ... | |
Nunca mayor quietud se vio en la muerte; ni frío más glacial que el de esta mano que tú alargaste al espirar, en vano y que cayó en las sábanas, inerte. ¡Ah... yo no estaba allí! Mi aciaga suerte no quiso que en el trance soberano, cuando tú entrabas en el hondo arcano, yo pudiera estrecharte... ... | |
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Dime: cuando en la noche taciturna, la frente escondes en tu mano blanca, y oyes la triste voz de la nocturna brisa que el polen de la flor arranca; cuando se fijan tus brillantes ojos en la plomiza clámide del cielo... y mustia asoma entre tus labios rojos una sonrisa fría como el hielo; ... | |
Hermosa y sana, en el pasado estío, murmuraba, en mi oído, sin espanto: -Yo quisiera morirme, amado mío; más que el mundo me gusta el camposanto. Y de fiebre voraz bajo el imperio, moribunda, ayer tarde, me decía: -No me dejes llevar al cementerio... ¡Yo no quiero morirme todavía! ... | |
Ruge el mar, y se encrespa y se agiganta; la luna, ave de luz, prepara el vuelo y en el momento en que la faz levanta, da un beso al mar, y se remonta al cielo. Y aquel monstruo indomable, que respira tempestades, y sube y baja y crece, al sentir aquel ósculo, suspira... y en su cárcel de rocas... ... | |
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Cuando yo expire, a la empinada sierra transportad mi cadáver, y en la cumbre no lo arrojéis debajo de la tierra, sino encima, del sol bajo la lumbre; donde me cante el imperioso viento sus largos de profundís, y mi caja sea un risco, el firmamento mi capilla, y la nieve, mi mortaja; ... | |
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Oye: bajo las ruinas de mis pasiones, en el fondo de esta alma que ya no alegras, entre polvo de sueños y de ilusiones yacen entumecidas mis flores negras. Ellas son mis dolores, capullos hechos los intensos dolores que en mis entrañas sepultan sus raíces cual los helechos, ... | |
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Algo se muere en mí todos los días; la hora que se aleja me arrebata, del tiempo en la insonora catarata, salud, amor, ensueños y alegrías. Al evocar las ilusiones mías, pienso: ¡yo, no soy yo! ¿por qué, insensata, la misma vida con su soplo mata mi antiguo ser, tras lentas agonías? Soy un extraño ... | |
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Si porque a tus plantas ruedo como un ilota rendido, y una mirada te pido con temor, casi con miedo; si porque ante ti me quedo extático de emoción, piensas que mi corazón se va en mi pecho a romper y que por siempre he de ser esclavo de mi pasión; ¡te equivocas, te equivocas!, fresco y ... | |
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Tú no sabes amar: ¿acaso intentas darme calor con tu mirada triste? El amor nada vale sin tormentas, sin tempestades el amor no existe. Y sin embargo ¿dices que me amas? No, no es amor lo que hacía mí te mueve; el Amor es un sol hecho de llama, y en los soles jamás cuaja la nieve. ... | |
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¡Y no temblé al mirarla! ¡Y no temblé al mirarla! El tiempo había su tez apenas marchitado; hacía tanto... que ni de lejos la veía... Vago tinte de aurora su semblante inundó de repente, en el instante en que me vio tan cerca... y tan distante!... Las luchas interiores, no los años, ... |