JOAQUÍN ARCADIO PAGAZA | |
Asoma, Filis, soñoliento el día, y llueve sin cesar, en los cercanos valladares al pie de los bananos, mi grey se escuda de la niebla fría. Las vacas a sus hijos con porfía llaman de los corrales, en pantanos convertidos; y ruedan en los llanos pardas las nubes y en la selva umbría. Oye, se arrastran ... | |
Escucho aún tu plácida quejumbre, gigante río. ¡Límpida guirnalda tu sien orne y del médano la falda ciñas con aparente mansedumbre! Del sol hermoso la divina lumbre retrátese en tu linfa de esmeralda y en ti se vea tinta de oro y gualda del Citlatépetl la nevada cumbre. De tus riberas el papayo ... | |
¡Soledad y quietud! Monte y más monte de verdes tilos, álamos y abetos; grandes peñascos húmedos y escuetos sin raudales, sin cielo ni horizonte. No hay alondra que el rigor afronte del crudo frío en los salvajes setos; y el negro buitre y céfiros inquietos se alejan antes de que el sol tramonte. ... | |
De un monte el dorso ríspido y serrado tiene por trono, y la escarpada cumbre; se corona en laurel, y su techumbre las nubes son y el éter azulado. Por cetro empuña verde y arriscado monolito de enorme pesadumbre; las colinas su regia servidumbre son, y su imperio el valle dilatado. ... |