JOSÉ MARÍA FONOLLOSA | |
Podemos elegir entre estar juntos y hacernos mutuamente desgraciados. O separarnos ahora y ser también cada uno por su lado desgraciados. (De: Ciudad del hombre: New York) Selección : David Romero | |
Para lucirla por la calle, hermosa. Y para convivir, la razonable belleza que Lucrecio aconsejaba. Pero para la cama más bien fea. La hermosa y casi hermosa se te tienden en el lecho y esperan muy seguras el rápido homenaje que merecen. Mas son algo pasivas. Y con límites. ... | |
Ella me dio el cuchillo y dijo: Clávalo en el segundo espacio intercostal . ¿Cuál es? , le pregunté. Se abrió la blusa y señaló, risueña, un punto: Aquí . Algo debía de haber en aquel viaje que lo hizo diferente. Más intenso. Se veían más cosas. Ascendíamos a inéditos sonidos y colores. ... | |
Mi placer te creó. Cuando naciste te destiné ya un hombre. El apropiado para que él y tú fuerais muy felices. Modelé tu figura como un barro precioso, tiernamente, con esmero. Y forjé tus costumbres con cuidado artesanal, aislándote del medio. Vigilé cada día tu sonrisa. ... | |
He estado en muchos sitios. Todos ellos guardaban algo malo para mí, como guarda la nube su relámpago. Pasé por las ciudades. Por los pueblos. Por casas que crecían junto al trigo. Ninguna voz sin daño me detuvo. Así me acostumbré a caminar solo y odiar a los que encuentro en torno mío. ... | |
Sé que por fin has vuelto a la ciudad en un suntuoso coche de gran lujo... La gente pensó en mí. Yo la maldigo. El coche se detuvo ante tu casa, pero tú no bajaste, no. Vino alguien a buscarme, mas yo no quise verte. El coche iba despacio por la calle dejando tu recuerdo en cada puerta. ... | |
1 Y de pronto una voz, mirada, un gesto tropieza con mi idea de mí mismo y veo aparecer en el espejo a un ser inesperado, insospechado, que me mira con ojos que son míos. Ese desconocido que soy yo. Ese al que los demás se dirigían al dirigirse a mí, sin yo saberlo. ... | |
11 Y ha de ser cada día más difícil. Ya no se acercará a mí desde el alba. Su tierna adolescencia detendrían letreros de Prohibido , No , Ya es tarde . ¿De dónde llegará? Si en su figura deslumbra el mediodía, otros amores habrán puesto en su oído usados sueños. ... | |
16 Es falso el entusiasmo de las voces y todos lo sabemos. Mas se charla para evitar preguntas que en las sombras aguardan con temor que se las llame. Y se beben cervezas cual si fuera a batirse algún record para el Guiness Nadie pregunta nada. Se discurre y alborota de cosas ... | |
23 Me detengo a fijarme en otros cuerpos. Gordos, delgados, altos, grandes, bajos. Cuerpos pequeños, ínfimos, enormes, huesudos, desgarbados y contrahechos. Vigilo cuando allegan a mi lado por si entre ellos surgiera, de improviso, el cuerpo que tenía, ansiosamente buscándome, ... | |
31 Me paro ante una iglesia altiva, estática, emboscada en la noche, como un monstruo enorme dormitando a la intemperie. Un día ella fue centro jubiloso de una palabra mágica, increíble. Una palabra sola, inmensa, grande. Cabía el mundo entero en ella: Dios. Era ella el mundo entero. ... | |
4 Si me dieran más tiempo con mi cuerpo, con el otro, el antiguo, el que era mío, iría apresurado a recoger todo aquello que me correspondía. Lo que debía ser mío estos años en que el lino elabora su blancura y el hombre se elabora de sus sueños. Lo que sentía mío aun siendo de otros. ... | |
7 Es la angustia, la angustia de existir. La angustia de pensar todos, cada uno, que en torno hay enemigos sólo y fuera del alcance de nuestras manos todo. Es una muda angustia la que fluye inagotable sobre las aceras. La que entra, desbordándose, en las casas e inunda los hogares de silencio ... | |
No vendrá. De verdad. No vendrá nunca. Mi cuarto es muy modesto para el éxito. Ni hallaría la casa tan siquiera. Mi cuarto es muy austero para amigos. Nadie viene a reunirse entre estos muros. Mi cuarto es también frío y muy pequeño. ¿Cómo cobijar, pues, un gran amor? ... | |
Todos tienen derecho a usarla. Todos. La lluvia no mojó sólo una calle ni el sol nunca salió para uno solo. La mujer es para eso, paraíso, para uso de los hombres. Campo abierto. Es fácil de entender. Es bien común. Es la hembra de la especie. La de todos. Y ha de entregarse a aquel que la apetezca. ... | |
Hoy me ha dicho mi madre: Ya he tenido en mis brazos los hijos de mis hijas. Quizás un día alcance a ver los tuyos . Yo no la he contestado. No acostumbro a hacerlo. Rara vez. Sigo comiendo mientras leo un periódico cualquiera. Pero ella no se queja. No se queja de mi duro silencio. ... | |
Yo quiero que tú sufras lo que sufro: aprenderé a rezar para lograrlo. Yo quiero que te sientas tan inútil como un vaso sin whisky entre las manos; que sientas en el pecho el corazón como si fuera el de otro y te doliese. Yo quiero que te asomes a cada hora como un preso aferrado a su ventana ... | |
Esta es la mujer mía. Pueden verla, no tengan pena, de perfil, de frente. Pueden acariciarla con los ojos. Está desnuda bajo su vestido. Es hermosa, ¿verdad? Todos lo dicen. Ella también lo sabe. Es muy hermosa. Mírenla de perfil, de frente. Desde la uña del pie al cabello es muy hermosa. ... | |
Yo sé que a ti te gusta aunque lo niegues. Lo sabemos los dos. Tú te complaces sumisa obedeciendo mi deseo. Aparentas desgana, mas te agrada. Quiere ser dominada la mujer. Le gusta ser forzada. Opone siempre, aun débil, resistencia a ser amada. Le place ser tomada por la fuerza. ... | |
Dicen que arrodillarse es humillante. Que es esta posición la del vencido, del sumiso, del vil, del que renuncia a la última esperanza de salvarse. Que estar arrodillado en una calle, en un templo o salón, afrenta incluso a aquel que lo contempla y no lo impide. ... | |
Ama a quien quieras con el corazón, pero ámame, a mí solo, con tu cuerpo. Nadie ama solamente un corazón: un corazón no sirve sin un cuerpo. (De: Ciudad del hombre: New York) Selección : David Romero | |
Debiera liberarse la mujer de la opresión en que la tiene el hombre. Bien es verdad que algunas son verdugos que sin piedad castigan a sus machos. Mas, por lo general, es la oprimida. No cuenta como igual individualmente. Se la ha apartado a un lado y asignado las funciones higiénicas más bajas: ... | |
No me vengan con cuentos. Que la vida es algo espiritual y, por lo tanto, superiores los bienes del espíritu. Que el ser útil, cuidar a los enfermos, el teatro, la pintura, libros, música, los deportes, el cine, el gran dinero... al ánimo lo colman las delicias. No me expliquen historias infantiles. ... | |
Tener hijos es cosa de mediocres, ineptos sensualmente, analfabetos sexuales o de gente irresponsable. O es un pobre y mezquino agarradero para dejar constancia de su paso por el tiempo de la vida. A través de otros. La adopción de este medio deshonesto delata su estulticia ... | |
El mundo nos resulta ajeno, inhóspito. Debiera ser destruido por completo. Construir un mundo nuevo sin sus ruinas. Y estrenar una vida diferente. Pero al pasar el tiempo el nuevo mundo tampoco hallarán propio nuevos hombres.. También ellos querrán un mundo nuevo. ... | |
Hacemos el amor de una manera imperfecta, mezquina y temerosa. Nunca profundizamos. Nos quedamos en la simple epidermis del instinto. Y el placer obtenido se nos mezcla con una sensación de desagrado. Porque ponemos bridas al amor. ... | |
Puede hacerlo cualquiera. Comprobado. Si en ti hay la aberración, rara e inútil, de querer ser un nombre que trascienda, no estudies ni te esfuerces. Simplemente aprende a manejar una pistola. Y piensa en esas rémoras que viajan, sin billete, montadas en ballenas. ... | |
No sé qué es lo que ocurre. Los mayores como a un igual me tratan y los jóvenes me miran desconfiados, como si algo les hiciera de golpe distanciarse. Me siento como el viento al penetrar en alguna mansión desconocida. Me observo en el espejo y veo un rostro idéntico ... | |
Yo le tenía miedo. No sabía que un delgado cuchillo entra en la carne sin despertar la piel. Como entra el frío. Como una piedra agujerea el agua. Pensaba que su grito subiría, como una lagartija, por mi brazo, haciendo que soltara mi cuchillo. ¿Qué debe uno decir en estos casos? ... | |
No reparaste en mí, sino en los otros cuando nos conocimos. Me miraste fríamente, indiferente y enseguida conversaste animada con los otros. Las casas no conocen la piqueta que roerá sus cimientos algún día. Ni conoce la lluvia el sitio exacto en que caerá, agarrada a su alta nube. ... | |
Un hombre muerto es nada. Sólo un bulto pequeño, ahí tirado sobre el suelo. Su incómoda postura en la calzada, molesta de aquel peso tan inmóvil, más bien causa aversión que no respeto. No hay grandeza en la muerte de esos hombres que mueren, o los matan, en la calle. ... |