ALBERTO RUBIO | |
Arrimado a la esquina de la mesa, fiel, infinito el son de mi cubierto, quisiera seguir siendo siempre el mismo Alberto Rubio resucitado con su presa. ¡Qué olorosa la carne me embelesa dorada, tan real, y tan despierto de mis sentidos yo, por fin tan cierto que la separación de amigos cesa! ... | |
Apretada la tierra en la greda vasija ha tiempo que parió al esbelto cactus. Cada día lo veo de mañana, le llamo: -Fiel amigo, esbelto infatigable. Entonces me obedece el cactus verde, se adelgaza, se esbelta infatigable, y yo le digo: -Amigo, amigo verde. En las tardes parece que envejece ... | |
Es el mismo camino que condujo mi infancia. Aquí está el mismo cerco, allí las zarzamoras llenándose de polvo, allí la piedra agreste, y un niño fantasmal que eternamente sigue. Y el cabello camino verdea con el sauce, cayendo en hondonada sobre el pecho. Es el mismo camino. ... | |
Tanto tiempo que esperan esas flores vagas, alertas desde los rosales, ser envío de amores secretos, potenciales en culpas atrasadas que no han nacido y viven desahuciadas. Así no sé de males míos, pero me importarán los daños a las probables víctimas de engaños: ... | |
Un bosque de eucaliptos me recuerda, un olor de eucaliptos me hace aire; me recuerdo y me olvido hacia mi infancia.Soy un niño y también soy el estero que corre por el fondo. Yo también me hago estero cuando niño.Rumoreo entre piedras. De claro que me vuelvo, en mí guardo los sauces, ... | |
Fatiga despuntar un par de pasos: basta el impulso como heroico avance. Deslumbra agotador el solar trance de perseguir las albas, los ocasos. ¿Correré siendo sol por campos rasos, rayos mis piernas de frugal alcance, si sangro sombra en vesperal percance, rotos sanguíneos y solares vasos? ... | |
Se puso tan mañosa al alba fría, la cerrada de puertas, la absoluta de espaldas, cosiéndose un pañuelo que nadie conocía. Se bajó bien los párpados. Con infinita llave los cerró para siempre. Unos negros marinos vinieron a embarcarla en una negra nave. Y la nave, ... | |
La mesa en la mañana me espera con su silla, mas se sienta la ausencia familiar a la mesa. La mesa en la mañana hasta mis ojos brilla, cuando estoy frente a ella con mi sola cabeza. Es una gota parda que brilla su rocío, entre sillas que esperan todo el día pacientes. ... | |
Me vuelvo esa persona demorosa, confusa, cuya prisa más la atrasa cuando sale; no sabe qué le pasa. ¿Las redes o tejidos? ¡Buena cosa! Los huertos y jardines, tanta rosa, fruta, alfalfar, viñedo, bestias, casa; riegos, siembras, cosechas -labores a sus horas y en sus fechas-, ... | |
A Armando Ni el tronco yo, ni tú la esbelta copa, ni tallo ni renuevo desgajado. Ven a la mesa. Escarchará la sopa de seguir enfriándose a mi lado. Si no probaras nunca más la cena, furia, helor en mí: todo, menos pena. Te pasó por tus fines de semna, huésped innumerable, . ... | |
Por un hondo camino me aproximo a la historia que en la honda sandía me sangra frescamente. Es como hacer alegre calado en la memoria recordar a mi madre sandía hundidamente. Y me hundo profuso en la roja sandía, y a mi madre me encuentro, filial en el regazo, sentada en el profundo ... | |
¡Alto departamento que brilla allá en los cielos! Los balcones se asoman, silenciosos y solos, y más adentro de ellos las señoras conversan, sentadas mutuamente, señoriales y altas. Un silencio de alfombras se cierne en los balcones. Las señoras conversan, delgadas y peinadas, ... |