PABLO ANTONIO CUADRA | |
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Temo trazar el ala del gorrión porque el pincel no dañe su pequeña libertad. Anote el poderoso esta ley del maestro cuando legisle para el débil. Escuche este adagio del alfarero la muchacha cuando mis labios se... | |
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Preguntó la muchacha al forastero: ¿Por qué no pasas? En mi hogar está encendido el fuego. Contestó el peregrino: Soy poeta, sólo deseo conocer la noche. Ella, entonces, echó cenizas sobre el fuego y aproximó en la sombra su voz al forastero: ¡Tócame! dijo . ¡Conocerás la noche!... | |
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Desde tiempos antiguos la lluvia llora. Sin embargo, joven es una lágrima, joven es el rocío. Desde tiempos antiguos la muerte ronda. Sin embargo, nuevo es tu silencio y nuevo el dolor mío... | |
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Las aves nicaragüenses se forman de los árboles: de frutas enternecidas por la lluvia de hojas suavizadas por el viento de susurros que la savia amansa y pule en trinos. Mi patria es entendida en vegetales que cantan; en primaveras que he besado; en frutales que tú eres cuando me... | |
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Amada, si yo muriera, entiérrame en la cocina bajo el fogón. Al palmotear la tortilla me llamará a su manera tu corazón. Mas si alguien, amor, se empeña en conocer tu pesar, dile que es verde la leña y hace llorar... | |
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Mi bandera pretende como el cielo, unir el azul y el blanco. Equivocados los próceres quisieron juntar abajo lo que solamente arriba se hermana y no siempre. Pero algo logras, paisano, izando el cielo en tu mástil, ¡somos un millón de hombre con la cabeza de... |