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ENRIQUE GONZÁLEZ MARTÍNEZ

 

   Casa con dos puertas Casa con dos puertas de Enrique González Martínez   


En la voz de Enrique Lizalde o Gastón Melo    

primeros versos

Oh, casa con dos puertas que es la mía, casa del corazón vasta y sombría que he visto en el desfile de los años llena a veces de huéspedes extraños, y otras veces las más , casi vacía!... Casa que en los risueños instantes de la vida, miró absorta la fila interminable de los sueños, de arribo fácil y de estancia corta...

 

   Cuando sepas hallar una sonrisa Cuando sepas hallar una sonrisa de Enrique González Martínez   


En la voz de Enrique Lizalde o Gastón Melo    

primeros versos

Cuando sepas hallar una sonrisa en la gota sutil que se rezuma de las porosas piedras, en la bruma, en el sol, en el ave y en la brisa; cuando nada a tus ojos quede inerte, ni informe, ni incoloro, ni lejano, y penetres la vida y el arcano del silencio, las sombras y la muerte...

 

   Dolor Dolor de Enrique González Martínez   


En la voz de Enrique Lizalde o Gastón Melo    

primeros versos

Mi abismo se llenó de su mirada, y se fundió en mi ser, y fué tan mía, que dudo si este aliento de agonía es vida aún o muerte alucinada. Llegó el Arcángel, descargó la espada sobre el doble laurel que florecía en el sellado huerto... Y aquel día volvió la sombra y regresé a mi nada...

 

   El éxtasis del silencio El éxtasis del silencio de Enrique González Martínez   


En la voz de Frank Moro    

primeros versos

Del viejo parque en el rincón lejano, echo para el amor tibio y discreto, aspiraba el secreto de la muda caricia de tu mano... Todo callaba en torno solamente en alas del ambiente, un concierto de aromas ascendía alrededor de tu alma y de la mía, callaban brisas, pájaros y fuentes.....

 

   El ladrón El ladrón de Enrique González Martínez   


En la voz de Enrique González Martínez    

primeros versos

Del jardín de mis hurtos, fui señor y soy reo. Abrí todas las puertas del edén de la vida, si alguna cerró el paso, la forzó mi deseo. Aprisioné cien años la alondra y el gorjeo; cien años hinqué el diente en la fruta prohibida. Expulsado y proscrito el castigo perdura...

 

   Romance del muerto vivo Romance del muerto vivo de Enrique González Martínez   


En la voz de Enrique Lizalde o Gastón Melo    

primeros versos

Hay horas en que imagino que estoy muerto; que sólo percibo formas amortajadas de tiempo; que soy apenas fantasma que algunos miran en sueños; que soy un pájaro insomne que más canta por más ciego; que me fugué -no sé cuándo- a dónde ella y él se fueron; que los busco que los busco y...

 

   Soledad del poeta Soledad del poeta de Enrique González Martínez   


En la voz de Enrique González Martínez    

primeros versos

El iris de las alas bajo el manto; en la pálida sien, lauro y encina, rubor de rosa y de púrpura de espina... Rompió a cantar, y nadie oyó su canto. Vagó por los infiernos del espanto y ascendió por la escala diamantina; llevó hasta el mar la planta peregrina, se echó a llorar, y el mar bebió su llanto...

 

   Soledad tardía Soledad tardía de Enrique González Martínez   


En la voz de Rosa Furman    

primeros versos

Soledad, bien te busqué mientras tuve compañía... Soledad, soledad mía, viniste cuando se fue... De tus brazos me escapé cuando en sus brazos dormía; estar a solas quería sin adivinar por qué. Toda la noche vagué, por verte, soledad mía; regresé rayando el día, y dormida la encontré...

 

   Tuércele el cuello al cisne... Tuércele el cuello al cisne... de Enrique González Martínez   


En la voz de Enrique Lizalde o Gastón Melo    

primeros versos

Tuércele el cuello al cisne de engañoso plumaje que da su nota blanca al azul de la fuente; él pasea su gracia no más, pero no siente el alma de las cosas ni la voz del paisaje. Huye de toda forma y de todo lenguaje que no vayan acordes con el ritmo latente de la vida profunda. . .y...

 

   Ultimo viaje Ultimo viaje de Enrique González Martínez   


En la voz de Enrique Lizalde o Gastón Melo    

primeros versos

Camino del silencio se ha ido. Va adelante de mí. Lleva su antorcha a salvo ya de la traición del aire. Va musitando el verso que no pudo decir la última tarde. Se perdió su sonrisa, y en sus ojos tiembla el hondo pavor del que ya sabe. Lo llamo, lo persigo. Ya no vuelve el rostro a mí...