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Julio Herrera y Reissig    
    Editora del fonograma:    
    Voz Viva de América Latina. UNAM    
por Ángel Rama    

    Este poema forma parte del acervo de la audiovideoteca
    de Palabra Virtual

Et noctem quietam concedt dominus...


Canta la noche salvaje
sus ventriloquias de Congo,
en un gangoso diptongo
de guturación salvaje...
La luna muda su viaje
de astrólogo girasol,
y olímpico caracol,
proverbial de los oráculos
hunde en el mar sus tentáculos,
hipnotizado del sol.

Sueña Rodenbach su ambigua
quimera azul, en la bruma;
y el gris surtidor empluma
su frivolidad ambigua...
Allá en la mansión antigua
la noble anciana, de leda
cara de esmalte, remeda
—bajo su crespo algodón—
el copo de una ilusión
envuelto en papel de seda.

En la abstracción de un espejo
introspectivo me copio
y me reitero en mí propio
como en un cóncavo espejo...
La sierra nubla un perplejo
rictus de tormenta mómica,
y en su gran página atómica
finge el cielo de estupor
el inmenso borrador
de una música astronómica.

Con insomnios de neuralgia
bosteza el reloj: la una;
y el parque alemán de luna
sufre una blanca neuralgia...
Ronca el pino su nostalgia
con latines de arcipreste;
y es el molino una agreste
libélula embalsamada,
en un alfiler
picada a la vitrina celeste.

Un leit-motiv de ultratumba
desarticula el pantano,
como un organillo insano
de un carrusel de ultratumba...
El Infinito derrumba
su interrogación huraña,
y se suicida, en la extraña
vía láctea, el meteoro,
como un carbunclo de oro
en una tela de araña.



De: La Torre de las Esfinges



JULIO HERRERA Y REISSIG






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