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Saúl Ibargoyen

 
 

SAÚL IBARGOYEN
CUARENTA AÑOS DE ESCRITOR. PRIMERA PARTE







el centavo 180
Revista de Cultura y Literatura de Michoacán
Julio de 1994, Volumen XVIII, Morelia, Michoacán.


Saú lIbargoyen
SOY UN POETA DE TIEMPO COMPLETO

Adriana Padilla A.

El escritor Saúl Ibargoyen (Montevideo, 1930) dio a conocer su última novela Soñar la muerte —poeta, narrador, crítico, periodista, jefe de redacción de Plural y profesor en la escuela de escritores de Sogem—. En esta entrevista habla de su obra y de su tarea poética que ha llevado a lo largo de su vida. "El conejo de la poesía uruguaya" como lo han llamado algunos de sus amigos por su gran producción literaria, comenta que este término puede ser tomado de muchas maneras. En algunas ocasiones la cantidad y la calidad no tienen una vinculación. "El hecho de publicar tanto puede tener una actitud narcisista, debido a que le tengo un afecto muy grande a mis libros en un aspecto material. Así como me gusta tomar entre mis manos el Quijote y sentirlo, mirarlo, de esa manera como la proyección de una obra, así amo mis libros".

¿Usted en Soñar la muerte asume con certeza la visión de la barbarie contemporánea?

Estamos viviendo una durísima etapa de barbarie tecnificada y no digo nada original. No en vano en esta últimas épocas se ha acumulado sobre el planeta Tierra la más enorme cantidad de basura que se pueda imaginar en toda la historia de la Humanidad. Se puede decir que ése es el resultado de que hay más de cinco mil millones de habitantes en el planeta; por lo tanto se produce mucho desperdicio. Pero hay que ver cuáles son las causas.

De acuerdo al actual sistema de producción y de la acumulación salvaje de poder y ganancias, se está formando de una manera constante, por un lado la basura, y por otro el empobrecimiento del planeta con la liquidación de bosques, especies de todo tipo: vegetal y animal. Dentro de poco no vamos a tener ni agua para vivir.

Estamos viviendo una época de barbarie en el sentido peyorativo del término. Y obtener poder no soluciona nada, porque éste sólo corrige. Para revertir ese efecto tendrían que dar soluciones y no se tiene ningún interés en eso. Al contrario, únicamente quieren seguir acumulando lo suyo.

Por eso Soñar la muerte es también una metáfora con respecto a la brutalidad de cierto modo de encarar la vida. La brutalidad hace que sólo esté destinada a obtener determinadas cosas sin importar la manera, o a veces importando; porque la manera como se obtiene una cosa indica la manera de pensar y de sentir de quien actúa. En la novela cuando se plantea un momento de violencia y de sangre, ahí justamente se está pensando también en la concepción del mundo y de la gente de parte de quienes provocan y aman esa trampa. La situación de cuando utilizan a un mercenario y además los soldados que aparecen en el ataque con las caras pintadas, esto está vinculado con los movimientos represivos y fascistas.

En soñar la muerte se habla de ella pero a su vez de la vida.

Como todo en la Humanidad hay dos caras y tal vez una moneda tenga tres caras. La muerte, entre otras cosas, no es sólo una reflexión sobre ella misma, sino que es una afirmación vital La afirmación de la gente en sus convicciones, en sostenerse hasta el final en lo que realmente cree que deben ser las cosas, y es lo que más admiro en las personas: el vivir de acuerdo a sus convicciones y no entregarse ni mediatizarse ni someterse, aún cuando se hagan concesiones; porque hay que hacer muchas concesiones para poder sostenerse en este difícil mundo.

¿Se puede hablar de diferencias notorias entre Soñar la muerte y Noche de espadas?

Hay algunas. Obviamente son novelas emparentadas, dado que aparecen los mismos personajes. Soñar la muerte es como un desprendimiento de Noche de espadas. La diferencia está en que el lenguaje se hizo más riguroso, más denso, más apretado, más metafórico, por un lado. Pero también el mismo lenguaje se coloca y eso es un riesgo para un escritor. Al colocarse el lenguaje casi como lo más importante de la novela, y digo que es un riesgo porque no puede seducirse por su propio canto. Me costó dos años de trabajo realizar la novela de 120 páginas pero la disfruté y gocé, porque al mismo tiempo de encontrar el tono iba descubriendo y redescubriendo una cantidad de palabras, expresiones de la frontera de Uruguay y Brasil, un poco de Paraguay y de Cuba, de México y de Nicaragua, hasta el punto de que en cierto momento entendí que estaba latinoamericanizando mí escritura. Antes era una especie de aspiración. Incluso cuando comencé a escribir mi narrativa —cuentos— utilizaba el dialecto de la frontera, era más regionalista por llamarlo de alguna manera. Me doy cuenta después que en Noche de espadas ya el lenguaje se hace más transparente, más ancho que sólo la región. Y es una de las cosas que le debo a México, haberme lalinoamericanizado.

Existe notoriamente un manejo lingüístico muy grande en Soñar la muerte.

Lo más difícil es lograr que cada personaje tenga su propia voz. Porque además la carga del personaje es muy fácil, pero que hable con su voz cuesta trabajo. A mí me cuesta mucho decir algo de una manera común. No es una actitud voluntaria, sino es una necesidad de inventar algo aunque sea a partir de situaciones mínimas y a partir de muy pocas palabras darle otra sintaxis, otro acento, un tratamiento diferente. Además tengo la conciencia de esa necesidad. Por lo tanto, trato de lograr lo que se dice un estilo, es decir, mi modo personal de escribir.

¿Hay cambios formales en Soñar la muerte con respecto a Noche de espadas?

No solamente está la invención de palabras, de recurrir a frases en otros idiomas, cuyas traducciones no son tan apegadas; lo que aparece por ejemplo, en guaraní o en francés, está traducido por medio de los mismos personajes, ellos son los que traducen, no el autor. Eso desde el punto de vista formal, para mí, es nuevo. Otro aspecto formal fue el tratar de que la novela fuera un mundo en si misma, lo que se dice una cosmogonía, que tenga sus propias leyes, hasta el punto que agrego hasta el final un glosario. Ese glosario está referido a un libro que maneja uno de los personajes, es decir, de ese modo se me ocurrió en vez de tomar el glosario de otro libro, tomar el diccionario que maneja Indionegro —el mercenario— para que la fuente de información esté contenida en el propio libro.

¿Por qué el protagonista de Soñar la muerte se llama Indionegro?

Porque el personaje en algún momento consulta su diccionario y encuentra la palabra cabruco, como en Brasil se le llama al mestizaje entre indio y negro, y él es eso. Por lo tanto al llamarse Indionegro equivale a referirse de una manera muy explícita a un mestizaje muy claramente manifestado en el nombre.

¿Por qué cada capítulo lleva un epígrafe?

Soy bastante tradición alista y lo que más deseo es crear mi propia tradición y alimentarme de ella más allá de todo lo que viene de hace siglos. Esa manera de epígrafe o de titular los capítulos no es nueva en la literatura, justamente lo hago porque no es nuevo. La única novedad que hay en este tipo de recurso es como decía Stravinsky "ser original es encontrar un lugar fresco en la almohada". Este recurso lo utilizo embarcándome en la tradición, para incluso ayudar al lector. Además, el epígrafe forma parte de la novela, no solamente tiene la función informativa por una parte, se debe de leer como parte del texto.

¿Qué se considera más: narrador, poeta, ensayista o periodista?

Soy poeta. Comencé escribiendo cuento de niños y me cuesta mucho trabajo escribir narrativa. Porque la escritura de una novela no tiene nada que ver con un poema, aún cuando en mis cuentos existe mucha poesía. Un día un crítico dijo sobre mi trabajo: "El lenguaje es el cemento que ayudaba a pegar las otras palabras". Y soy un poeta de todo el tiempo por la tendencia a la síntesis, a la densidad. No soy intuitivo.

ESCRIBIR NO ES SOLO UNA VOCACIÓN ES UN MODO DE VIDA (II)

Saúl Ibargoyen causa de inmediato la impresión de ser un hombre cordial y lleno de vida. Ni su peregrinar en el exilio de hace algunos años lo han amilanado para demostrar su amor a las letras y al ser humano. Sus manos no dejan de estar un instante quietas como si quisieran atrapar cada palabra que dice. Habla un español modificado con el acento uruguayo y su constante búsqueda por encontrar las palabras adecuadas a cada respuesta. En esta segunda parte de la entrevista retoma ciertos aspectos de la poesía y de algunas cuestiones del escritor.

¿Por qué considera que la poesía es la más desamparada de todas las artes?

Por el escaso conocimiento que las personas tienen con respecto a lo que es la poesía. Ese fenómeno se origina en los sistemas educativos, obviamente nadie tiene obligación de que la gente le guste algo.

El desinterés que puede haber por ese género está basado en la manera en como se enseña, si es que se puede hablar de enseñanza de la poesía. En general las personas se desinteresan o adquieren prejuicios con respecto al fenómeno poético por los sistemas de enseñanza, que van generando en esas personas una falta de atención hacia la poesía como lectores.

La poesía aparece en muchos aspectos de la vida cotidiana pero la gente no se da cuenta que cuando va al mercado se llegan a escuchar versos sueltos. Recuerdo que hace algunos años la UNAM editó en Material de Lectura Poesía en el rock, y la gente escuchaba la música y escuchaba también la poesía. Al hablar del desamparo de la poesía lo hago del desconocimiento de ella, y por lo tanto no hay un reconocimiento de lo que puede significar un producto cultural. Lo peor es que en muchas ocasiones ni entre los mismos poetas se leen. Pero muy aparte del mercado.

Otro factor que influye para que exista el desamparo de la poesía es la parte editorial, que se resiste a tener tirajes mayores de poesía. Claro que la excepción hace la regla, porque las obras de Neruda, Vallejo o García Lorca se venden bien y existen hasta ediciones piratas de sus obras. Pero a pesar de ello los poetas van a continuar escribiendo porque son verdaderamente invencibles, y darán a conocer su obra, en periódicos, revistas y suplementos culturales.

¿Tiene que haber una relación muy estrecha entre el escritor y la política para poder escribir?

No. El problema es que nadie puede estar fuera de la política. Alguien decía que uno hace política o la política lo hace a uno, o lo deshace. En el momento en que estamos, en un sistema donde hay quienes gobiernan y quienes son gobernados todos estamos en la salsa de la política, lo cual no quiere decir que nadie tanga la obligación de participar en esta actividad. Para escribir desde el punto de vista de la ficción —novela, poesía— no hace falta una participación política, por más que la tuve por mucho tiempo.

Lo que ocurre con toda participación en la política, como toda actividad social, es justamente que permite que el escritor conozca a la gente que es lo importante. No sólo a la gente conocerla como posible lector, sino conocerlos para poder a través de ese conocimiento ayudarse uno mismo, para poder forjar un personaje, inventar una historia.

La tarea del escritor es descubrir en medio de esa maraña de clases sociales, de intereses, de choques, de sufrimientos, descubrir esos textos que aún no están escritos, que son pretextos que están por ser. Y darlos de una manera personal, ni siquiera copiarse a sí mismo, que es lo peor que puede hacer un escritor. Por lo que la participación en la política, como en cualquier actividad social, permite el conocimiento de la gente, lo que le debe importar al escritor.

¿Cual es la lucha que tiene el escritor?

Hay dos fundamentales: la lucha con la sociedad y la lucha con uno mismo. Como toda lucha, supone el cumplimiento de una vocación y un modo de vivir en términos genéricos, sin el cual el escritor no podría reconocerse. Se es así porque no se podría ser de otra manera. En algún momento uno deja de escribir por muchas razones. Por lo menos el acto de escribir no se cumple, Eso puede generar una neurosis todavía mayor, porque en la escritura hay un desarrollo de neurosis, que cuando no se escribe también se da. Esa lucha tiene que ver, además, con las dificultades que la sociedad y sus instituciones plantean a un escritor.

Existen otras luchas, como la del escritor que no quiere adecuarse a la sociedad, no por ser un rebelde sin causa, Sino por el cuestionamiento que se da, de la visión critica con que uno debe plantearse frente al conjunto de la sociedad. Otra es el exceso de halagos que se dan. La facilidad de los premios, dice el refrán, perro flaco perro sano. Y la pluma debe estar hambrienta y va a querer tinta y papel para poder engordar. La última dificultad es con uno mismo, en el sentido de que cuando uno termina una obra se queda vacío y comienza de cero, y debe comenzar el proceso de nutrición, de metabolización.

¿Cuándo debe morir un escritor?

De acuerdo a lo que es la trayectoria de cada uno resulta interesante pensar por qué un escritor muere como tal. En el escritor, como en todas las personas, ocurren muchísimos cambios, de 100 mil neuronas va a tener menos a medida que pasa el tiempo. Puede ocurrir lo que se llama declinación de sus facultades. Y de otro tipo de experiencias. Algunas que son muy traumáticas, como lo son los problemas de tipo psíquico. El temor a uno mismo también puede acabar con el escritor.

La mejor muerte sería una muerte natural, en el sentido de que se deja de escribir como de deja de hacer muchas cosas. Claro que eso puede generar, dado el tipo de producción y de literatura, heridas muy fuertes en el interior de cada uno. No creo en la gente que dice ya no escribo más y no me importa. Porque no es solamente una vocación, es un modo de vida. Si uno muere como escritor lo que está vivo es la obra. Y esa obra ya no nos pertenece.



LA BASURA EN EL OJO
Jesús Rosales

A finales de siglo, todo es posible. La literatura se ha convertido en una manera distinta de observar, analizar y comprender el mundo. Cada palabra, cada frase, cada oración, cada conjunto de oraciones, están cargadas de historia. El posmodernismo aparece como un modo de decir adiós al siglo. El arte es historia decía Heidegger. La poesía transita tiempos difíciles, resbaladizos, cambiantes y, sin embargo, sigue nombrando lo que no tiene nombre (recuerdos de Pessoa). Los textos se acumulan; un vaivén de poetas viajeros y sedentarios se dan cita en las páginas blancas, y ¿para qué sirve la poesía? Una posible respuesta, sería la del mismo Heidegger citado; es alegoría. 0 bien, lo que Ibargoyen nos dice en relación a sus libros: esclarecer hasta el hueso no soto temas, situaciones, hallazgos, viajes, ánimos, desencuentros, frustraciones, infancias y desmemorias, sino el inevitable proyecto, íntimo y multitudinario, que suele llamarse destino, Sea como fuere y ante respuestas diversas, lo que tenemos seguro es que el poema nos afecta más o menos distinto: ese nudo de imágenes, nos ponen a soñar o nos despiertan. Atrás de la imagen y su signo, hay otro signo y múltiples imágenes. El mundo se acomoda y reacomoda, se mueve, se agita y nos agita. En cada poema se recrea nuestro tiempo y espacio: Basura es el nombre/ de la piel que arrastro, escribe Ibargoyen y nos mueve; respiramos de la ciudad los muros y estas gentes, quizá nada ajenas a la imagen del poeta. Tiempos cambiantes, decíamos, y de tránsito difícil, como el ritmo cambiante de las cosas y la vida, como el ritmo cambiante del poeta. Tiempos cambiantes y una invitación no indescifrable, a perdernos un poco, a dejarnos caer en las palabras de Aquellos ojos observan nueva mente/ el humo que vuela desde/ las páginas calcinadas por el tiempo...

Instituto Michoacano de cultura Morelia, 8/11/91



SOBRE "ERÓTICA MÍA..."
Jorge Boccanera (1982)

La producción poética de Saúl Ibargoyen goza de tal continuidad que ninguna antología de sus libros pudo aparecer sin que quedasen algunos fuera. No fue obstáculo para que se publicaran, bajo el mismo título de Palabra por Palabra, dos compilaciones de su obra (1969 y 1979), que recogen textos escritos entre 1956 y 1973. Desde entonces han aparecido nuevos libros del poeta uruguayo, de larga residencia en México: Poemas de la extranjera (1977); Nuevo octubre (1978); Exilios (1978); Catálogo (1979) y El sonido del tiempo (1981). Pero ninguno, a mi entender, con la vitalidad y la riqueza de esta Erótica mía: escribiré en tu espalda, un poemario verdaderamente atípico. Y digo esto porque mis prejuicios como lector aguardaban, en esta etapa de su obra, en este ciclo de la poesía de ibargoyen, un medido tono de reflexión.

Ahora el Poeta, por medio de la temática amorosa, violenta su propia retórica, provoca un acoso delicadamente desgarrador, tensa un llanto dulcemente volcado entre la circunstancia individual y la experiencia colectiva. La sangre humea, la saliva roe los bordes de la escritura, la tinta es cómplice, Se goza una humedad que recuerda el excelente "Tango del viudo", de Neruda. En los pliegues de Erótica mía... se palpa un temblor, se duele una textura. La cámara filosa del Buñuel de Tristana recorre sábanas, manteles, restos de la comida, agujeros mordidos, lágrimas, callejones vacíos. Es la palabra martillando sobre el caliente acero del silencio. El poema de amor de todos los tiempos, fragmentado en el recuerdo de dos, que Ibargoyen, en su oficio generoso, ha escrito.



BASURA O LA ENFERMEDAD DEL QUE REGRESA
Pedro Salvador Ale

Basura y más poemas, es poesía que crece debatiéndose como la ceiba bajo el derrumbe de esta civilización; de este derruirse del ser humano nos habla el poeta que asume con certeza la visión de la barbarie contemporánea; tal vez podamos describirlo como el testigo de los basurales de la época, que con la palabra intenta modificar la realidad, para hacerla renacer de otro modo.

La libertad del poeta consiste en elegir y asumir permanentemente su destino, y en este libro Ibargoyen identifica al amor con la sombra, con la destrucción: hay un mirar melancólico de la realidad, la descripción de ésta se halla en continua transformación, al tiempo que es fúnebre despliega el erotismo de la gestación: porque somos huesos que no siempre amamos/pero son nuestros huesos/en otros esqueletos que debemos amar.../La melancolía es en este caso la enfermedad del que regresa (Ibargoyen vivió un exilio en México, 1976—1984 y volvió a su tierra natal, Uruguay, de 1984 a 1990) hay una parálisis, como la que provocaba "el demonio meridiano" del medievo: que no deja reposar al poeta: este logra a través de su aguda percepción soñar despierto, para conversar con los fantasmas de la memoria, para entrar por otros caminos a una realidad contemplada con la mirada del exilio; pero el que regresa está condenado a sentir nostalgia del universo, sabrá —no sin dolor— que la única patria del poeta es la poesía más allá —por supuesto— de la otra patria que hiere porque existe:

No están los pinos las vides/los flamboyanes los abedules/los magueyes las higueras:/ No está la verde sal de los mares iluminantes/ ni el sabor del ron en las bocas que amamos.

Saúl Ibargoyen muestra en un lenguaje duro y áspero los secretos de su visión, los secretos de su sangre, en un afán de hacer compartible y humanizadora la experiencia, por lo mismo enseña que la lectura de Basura se hace con la sangre y con todos los sentidos, porque su propuesta ante el mundo en tanto derrumbe, es el renacimiento de otra historia, de la cual surgirán otros lenguajes, otras visiones que edifiquen desde los escombros el rostro del hombre nuevo. La palabra de Ibargoyen de este modo nos dice de la vida más por lo que calla que por el fulgor de su voz poética: Basura es el hombre/ de las palabras que arrastro/de las lágrimas escuchadas/en un vientre/que la violencia del amor/inflama y destruye...

Su visión de la realidad se manifiesta a través de un instinto crítico, severo, que extraña al principio, pero que al final se hace nuestro por la experiencia estética y la conmoción de nuestros sentidos. Su crítica de la realidad disocia los elementos que lo rodean, pero al mismo tiempo, la imaginación como una facultad que relaciona/construye, destruye y vuelve a edificar, destaca al mundo; hay por ello una inconformidad permanente. En este sentido estamos más con el poeta que por crítico es visionario. En la mayor parte de sus poemas lo descriptivo sirve como puente para la reflexión, la cual más que expresada corno un acertijo de palabras es una confesión, el mostrar las entrañas: Basura es el nombre/de la piel que arrastro:/ ven a mirar acércate/sí realmente/a todo esto que ahora sucede/a través de las calles/largamente ensombrecidas...

Saúl es un poeta de la luz temprana, lleva implícito el movimiento del día, el caos original, el movimiento explosivo de permanente transformación de seres y cosas, desde las raíces hasta el cielo, es un poeta vertical, unificador, por lo tanto su poesía no es íntima, sino solidaria, no es apartada, sino social, aunque toda en principio lo sea, aquí el afán de compartir la realidad, de sumarse a los otros, se manifiesta por su principio de diálogo con el entorno, con los demás, una poesía que produce una lucha de claroscuros, de reflejos e interpretaciones: un cuidado preciso en la forma cuyo contenido a pesar de la insistencia en lo que se destruye, evidencia un renacimiento.

Saúl Ibargoyen con Basura ha roto —a mi modo de ver— con el lenguaje usado en otros libros de poesía, no es que no sea su voz, sino aquí enseña la médula, no tan sólo metafóricamente, sino en términos de lenguaje, quizá así sea más descarnado, como si quisiera por estos rumbos alcanzar la luz:...solamente palabras/solamente basurales suciedad/deshechos sonidos restos/gritos barreduras aliento/ ripios desperdicios barrizales/carroña sílabas: solamente palabras/ aquí son nombradas con intención de sangre.../

Si vivimos la época en que la humanidad comienza más que nunca a tolerar la muerte, Saúl se erige como un testigo, no a testimoniar solamente, sino a permanecer en la conciencia. Si hay expresiones distintas de la muerte, hoy la civilización requiere reflexionar sobre esta muerte colectiva, porque la destrucción que nos arrastra requiere de una nueva mirada. La muerte ecológica es ahora la musa de los poetas que dicen el mundo humanizado que se quiere. Basura y más poemas, Saúl Ibargoyen, Ed. Universidad Autónoma del Estado de México, 124 págs. 1991.



SOY UN REALISTA METAFÓRICO: IBARGOYEN
Arturo Alcantar Flores

Saúl Ibargoyen está frente al público —reunido en el auditorio de la editorial Siglo XXI—, dispuesto a hacerse una pregunta y autorresponder— se. Y lo hace.

"¿Por qué uno escribe? Y de inmediato se critica: "Es una pregunta bastante pendeja, hablando claramente". Pero la respuesta no debe ser así, dice y contesta y explica y hace, la verdad, poesía: "Es como si uno tomara un gran trozo de silencio, de vacío, y empezara a devastarlo para que—darse con las palabras. Eso para mí es escribir. Y sobre todo, que se conserve un poco de vacío y de silencio originales".

Es la noche del martes, y se está presentando su novela más reciente, Soñar la muerte, a la que califica de "novela fronteriza desde el punto de vista racial y también desde el punto de vista cultural —que es lo que más a mí me importa. Es un espacio fronterizo, como pudieron haber sido las novelas anteriores y los cuentos. Ese espacio fronterizo que es la novela, es también lo que entendemos por vida y lo que entendemos por muerte, involucra esa cantidad de elementos".

De buen humor —aunque emocionado, según confesó—, Saúl Ibargoyen está dispuesto también a dar fe de un amor. "Doy fe de que amo realmente a mis personajes. En eso se refleja no solamente el narcisismo del autor, inevitable y necesario, se reflejan también muchas personas de carne y hueso, que han tenido que ser transferidas a la tinta y al papel de la persona al personaje, y de ahí a reflejarse tal vez en otras personas que a su vez sean personajes. Pienso que es un amor legítimo, no solamente el amor de quien los ha creado, porque uno no crea nada, uno produce y trata de inventar algunas cosas".

Dice finalmente, y luego que los comentaristas o presentadores del libro de marras, hubieron expuesto sus puntos de vista: "Si es verdad que una obra de arte es solamente un comentario de las anteriores —habría que ver cómo fue la primera obra de arte, qué es lo que comentaba si antes no comentaba ninguna—, si es verdad eso, esta novela está comentando la novela anterior que es Noche de espadas y de la cual ha nacido y al mismo tiempo realiza un gran comentario no sólo de lo que este poeta ha escrito, sino de lo que este poeta podrá escribir con la ayuda de todos ustedes".

Por su parte, Jaime Labastida, director de la editorial y de la revista Plural, dijo que "efectivamente, Soñar la muerte es una novela de fronteras, pero de fronteras en multitud de sentidos. En primer lugar en sentido lingüístico. Hay en ella una gran riqueza, desde el punto de vista lingüístico. Quizás el secreto, la densidad, de la novela radique en el hecho de esta transmutación lingüística".

Hace notar que en esta historia "hay una gran metáfora que une a este libro y por eso se sueña la muerte, es una metáfora, curiosamente, no americana, sino europea, y es la metáfora del carretero de la muerte".

Destacó también la hechura del libro, "con las manos" y con la finalidad del libro objeto: en él "se conjuga el texto y el placer del objeto, son libros hechos de manera artesanal".

Alejandro Expósito, escritor cubano, subdirector de la revista Archipiélago, hizo una exposición que enmarcó la obra de Saúl Ibargoyen dentro del boom de la literatura latinoamericana.

Explicó que dentro del tercer momento del boom, que va de 1978 a la fecha, y que "es un período que aún no se cierra", tiene cuatro líneas que dominan este período: la novela reflexiva, la novela erótica, la novela histórica y la novela policíaca.

"En este contexto es donde han visto la luz las novelas de Saúl Ibargoyen, incluida la que ahora nos convoca".

Dice: "Entre La sangre interminable, Noche de espadas y Soñar la muerte, hay una línea de asombrosa continuidad en la que se recrea la frontera uruguayo—brasileña y en la que el lenguaje adquiere una dimensión protagónica, pocas veces igualada en la narrativa en español, latinoamericana".

Expósito añade: "Construida a partir de lo que yo llamaría una yuxtaposición episódica, Soñar la muerte es, aunque parezca contradictorio, un sueño de vida. Porque sus protagonistas en todo momento buscan y adquieren una estupenda dimensión humana que los hace reconocibles entre nosotros".

Además del lenguaje, el escritor cubano llama la atención sobre otro elemento: "La continua apelación al lector, en busca de una complicidad, lograda a partir de un continuo distanciamiento" en la novela.

Finalmente, Antonio Marquet, crítico literario, profesor de la UAM, integrante del consejo editorial de Plural, apuntó que Soñar la muerte se muestra como una crónica en el sentido más ortodoxo del término, y que desde los títulos epigráficos de los capítulos inclinan al lector a pensar que se trata de hechos casi épicos", pero que sin embargo "existe una dimensión épica que no narra acciones heroicas de personajes de talla desmedida. "Es la épica de la vida cotidiana", puntualiza.

Luego, los asistentes, que no quisieron preguntar nada en el acto formal, cercaron a Saúl, con copa en mano, a inquirirlo sobre las mil y una razones que implican soñar la muerte.



SOÑAR LA MUERTE
Arturo Alcantar Flores

Saúl Ibargoyen —Montevideo, 1930—construye su tercera novela en realidad como un "desprendimiento" de la segunda, Noche de espadas, que escribió en México, pero aún no se publica aquí. (Se publicó en Cuba en 67). Soñar la muerte es el título, y fue editada por Siglo XXI.

La presentación se hará el 18 de mayo en las instalaciones de la editorial. Por lo pronto Saúl —poeta, narrador, critico, periodista, jefe de redacción de Plural y profesor en la escuela de escritores de Sogem— platica algunos pormenores de la novela, de su prehistoria, de su historia.

"Cuando ya estaba terminada Noche de espadas, me di cuenta que me había olvidado de un capitulo. Agregar ese capitulo, significaba reescribir buena parte de la novela. No tuve fuerza ni imaginación para eso. El tema quedó en mi cabeza, y ya de regreso a Uruguay lo retomé y en vez de salir un cuento, como pensaba en un principio, salió una novela corta, noveleta, novelle, o relato largo, no sé como llamarla ahora que se discute tanto lo de los géneros. Son 120 páginas, pues".

La anécdota: "Durante muchos años, que incluyen mi infancia, los cuentos de mi mamá o de mi tía —que es la única que me queda viva, que cumplirá 102 años— referían la historia relacionada con mi abuelo materno que fue militar a finales de siglo y comienzo de este. Estaba en provincia como comisario de campaña, atendía una zona como jefe de policía. Esa historia tiene que ver con la situación política de la época. A mi abuelo un hermano lo manda matar, pero no por razones familiares sino políticas. Le paga a un mercenario para ejecutarlo. Pero mi abuelo que estaba pescando en un rió se adelanta y mata a quien lo ataca. Por ello, y quizás por razones político—castrenses, estuvo preso cuatro años. Se perjudicó mucho y nunca pasó de teniente coronel. Esa anécdota dolorosa me quedó marcada".

"Entonces como en la segunda novela —Noche de espadas—tiene como personaje central a mi abuelo materno y sus andanzas por provincia, sus andanzas familiares, militares y amorosas, pensé que el hecho doloroso no podía estar fuera de la segunda novela. Tuve la necesidad de desarrollar esa anécdota, que originó Soñar la muerte".

Y ¿qué Inventas personajes...?

—Sí, hay que Inventar personajes, porque yo no tenía datos del mercenario que lo va a matar. Se supone que era un negro con un cuchillo muy grande. El personaje que invento se llama Indlonegro, porque también Invento que genéticamente es una mezcla del indio con negro.

El tema del mestizaje, ¿no?

—Claro, retomo el tema del mestizaje en mi país. Yo no creo en la pureza de nada. Acepto lo Impuro pero no lo sucio. El personaje de mi abuelo lo pongo como coronel —para seguir con la tradición de la novela latinoamericana que está Infestada de coroneles—. Y en la historia del coronel se hace referencia a la novela anterior, explica el autor.

¿Se entiende Soñar la muerte sin la novela previa?

—Se entiende sin la otra novela, es independiente, pero para lograr un entendimiento mayor yo debí recurrir a una autoreferencia —si es que una novela se puede referir a sí misma— que permitiera todos esos esclarecimientos.

¿Y el militarismo?

—Sin dejar de contar cosas, aprovechando esos personajes, hago una reflexión sobre el militarismo de mi país —Uruguay— y sobre el fascismo de este siglo. Además de que en mi familia hubo bastantes uniformes. Esa reflexión que no tiene carácter ensayístico, sino que se desprende de los mismos hechos (porque creo que lo que se hace en una novela es contar cosas), he tratado de que mis personajes no fueran mis voceros, sino que dijeran sus propias cosas.

¿Reaparecen personajes de Noche de espadas?

—Obviamente se repiten personajes de la novela anterior y hay otros nuevos. Alguno de ellos muere. Y es que uno de los temas de la novela es la muerte. Que es un tema más viejo que andar a pie. Aprovecho, también, para mane—lar unas formas dialectales de la frontera Uruguay—Brasil (donde viví bastante tiempo) y la incorporación, luego de experiencias de emigraciones, exilios y viajes, muchos modismos, y modos lingüísticos que se me han pegado: cubanismos, nicaragüismos, mexicanismos y otras cosas que uno Inventa. Eso es lo más vital de la novela. Me atrevería a llamarla novela polifónica: hecha por un entretejido de muchas voces. El editor me pidió un glosarlo y aparece al final del libro. Para ese glosario recurro a un libro que maneja Indlonegro, el personaje. Es decir, nuevamente lo autoreferencial.

Hasta ¿dónde la anécdota se impone no sólo en Soñar la muerte sino también en Noche de espadas, y hasta dónde tú reinventas la historia familiar?

—Es cierto, la anécdota, en sí misma, es fuerte, no solamente por el entorno social, por los matices culturales que ahí aparecen —me refiero a la formación y educación de alguno de los personajes—, es muy fuerte la anécdota y el contorno. Hay Incluso una aparente dicotomía entre lo que se llamó en el siglo pasado, no sólo con Sarmiento sino con otros, la separación falsa entre civilización y barbarle. En el caso del abuelo estaría montado entre ambas, en cambio un amante de él está en la civilización y otra en la barbarie. Todo ese mundo, digamos semibárbaro, que corresponde a un país no conformado todavía totalmente como nación, ni como Estado, se presenta como un contorno aún mucho mayor. Le da más fuerza a la anécdota.

"Yendo más concretamente a tu pregunta: la fuerza de la anécdota presentó dificultades para la escritura porque se trataba no de eso en si mismo, sino de que fuera eso un pretexto, un motivo para reflexiones de otro tipo. Sobre los llamados temas eternos, que no son eternos, porque nada lo es: la muerte, las relaciones familiares, el militarismo, el mestizaje, Como subtemas: las cuestiones lingüísticas. Con la gran pelea de que la anécdota no se comiera todo. Creo que esa pelea se ha ganado con la ayuda de mis personajes. Tanto me ayudaron que mi abuelo, el coronel Ambrosiano, escribe algunos de los capítulos. Claro, hay un capítulo que si se escribe se muere, lo tiene que escribir forzosamente.

"En la otra parte de tu pregunta: la reinvención también debía tener sus contenciones, porque si no, sería como desprenderte tanto de ese origen que quedaras en el aire, sin origen ninguno. Y no soy tan poco como para aceptar eso. Entonces, en la reinvención nunca me sentí alejado del origen".






 

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