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Saúl Ibargoyen

 
 

SAÚL IBARGOYEN
CUARENTA AÑOS DE ESCRITOR. SEGUNDA PARTE







el centavo 180
Revista de Cultura y Literatura de Michoacán
Julio de 1994, Volumen XVIII, Morelia, Michoacán.


POESÍA VERDADERA
Juan Gelman

Nos reúne hoy un hecho poco usual en estos tiempos: la presentación de un libro de verdadera poesía. Porque {aunque cada tanto traicione a la grey incurriendo en la prosa, excelentemente por lo demás) Saúl Ibargoyen es un poeta, un poeta de verdad, mercadería que no abunda en ninguna parle del mundo. Basura y más poemas es "una voluntad de distinta palabra —tomo palabras del autor— que nada tiene que ver con "confundidos verseadores del esfunado trópico dariano" no con "la triste mentirología de arrugados poetas estatuarios". Nada que ver. Estas son "palabras escritas con intención de sangre".

El poeta dice en el prólogo dirigido al lector que su libro tal vez fue producto de la necesidad de esclarecer hasta el hueso lo que suele llamarse destino. Su destino. Un destino personal y colectivo que en estos poemas se manifiesta con desesperación a la intemperie y palabra de carnada, pero nunca desolada. Se encuentran aquí huesos difíciles, arroces descompuestos, tetas de cuero confuso, pezones de trapo alucinado, cobijas cagadas por la muerte, viejos perros totalmente entristecidos, sucios ladrillos de silencio, jugos de verdadero morir, y cuanta sangre fue quemada al encontrarse con su destino sudamericano. En este libro las palabras son piedras. "Las tozudas palabras —cito— se incendian y retuercen: /ya nunca volverán/a llorar".

Este libro tiene la trama de luchas, exilios, olvidos y memorias del poeta. Pero esa trama no consiste en la sucesión de los poemas, sino en la profundidad del material escrito. El problema del destino se plantea esencialmente como problema del lenguaje de la poesía y el poeta lo resuelve sin salir del dominio del lenguaje de la poesía. Nada más lejos de esa "gestualidad" que procura atraer la atención y el éxito fácil, es decir, esa poesía gesticulante y exhibicionista de la forma que se sirve exteriormente de sí misma para darse a conocer.

En cambio, se encontrará en este libro un lenguaje de limpidez espléndida que no habla del dolor sino que duele, que desde su "hueserío masticado" —como dice el autor—esperanza aunque no menciona a la esperanza. Se torna aquí realidad el consejo de Huidobro: "No cantéis a la rosa, oh poetas. /Hacedla florecer en el poema".

"Porque toda palabra —dice Ibargoyen— es un idioma sin término / un sistema de olores gestándose / una sola voz soltando / sus plumas oxidadas / su estrecho sabor/de desmenuzadas zanahorias".

Este libro de versos sorprendentes y tan hondos —"en cada calle/está la tumba de mi padre", dice, y también "ese olor de hombre que se niega/a la cortadura mortal", y tantos otros cuya cita completa sería el libro entero—prueba, porque es poesía verdadera, que el verdadero tema de la poesía es la poesía. La poesía que en Basura y más poemas muestra su virtud: revelar lo que la palabra calla y mostrar su infatigable persecución de la belleza, de la "tiji" de la que habla Aristóteles como encuentro hijo del azar y la dicha.

Se trata de perseguiré! milagro. Decía Dylan Thomas que nadie trabaja en el ardiente oficio de la poesía si no es en busca del milagro. Lo milagroso que tienen los milagros —decía Chesterton— es que efectivamente a veces se producen. Por ejemplo, este milagro:

Acepta pues que en esto así sigamos
el viento tendrá un sitio
en nuestras manos
ese impulso del aire desatado
que las banderas suelen respirar.
Autor del milagro: Saúl Ibargoyen
.

(Texto leído el día 3 de diciembre de 1991 en el Museo Mural "Diego Rivera", Ciudad de México, en la presentación de Basura y más poemas, UAEM, Toluca 1991,121 pp.)


Juan Gelman y Saúl Ibargoyen en Montevideo. 1988



EL POETA Y LA NIÑA
Juan Gelman

Saúl Ibargoyen pertenece a la estirpe de los poetas verdaderos, una especie mucho menos abundante de lo que el número de libros de poesía en circulación y la crítica de ciertos críticos permitirían suponer. Es un poeta original y, en consecuencia, suele padecer el embate del silencio que le dedican quienes están afiliados a lo novedoso y no atienden a lo sustancial. Es también un escritor empecinado: ha publicado más de 40 títulos de poesía, cuento, novela y antologías de otros autores, ha traducido al español a escritores portugueses, brasileños, algún francés.

Este uruguayo de Montevideo, nacido en 1930, ha sabido autopresentarse así: "La poesía lo alcanzó poco antes de la pubertad y comenzó a condicionarlo a partir de los 17 años". Lo cual no le impidió desarrollar actividades de todo tipo, como —dice él— "jugar fútbol y basquetbol, asistir a bailes en locales dudosos, beber alcohol de alta graduación y baja calidad, soñar con viajes que empezarían en Buenos Aires y luego, al cabo de aviones, exilios, emigraciones, etc., lo llevarían por 20 países". México le resultó ser el principal. Aquí vivió como asiliado político de 1976 a 1984, y a México, D.F., regresó luego de una breve estancia en su país. Ha transitado actividades sindicales (dos veces presidente de la Asociación de Escritores del Uruguay), culturales (incluso por radio y TV), políticas y periodísticas. Hoy es jefe de redacción de la revista Plural...

Su profundo amor por México es el telón de fondo de El poeta y la niña, este libro de poemas de amor llenos de carne y sangre que aparece en una época de literaturas frías, pensamiento débil y filosofías blandas; esos poemas muestran que no todos han abdicado de la pasión. "Ahora respiro de tu boca profunda/de piel abierta/que viene de otra piel/de tu pelo escondido/como la voz de una sombra". Así comienza un conjunto de poemas cargados de interrogantes y asediados por el paso del tiempo.

Decía Antonio Machado que el poeta no cantaría sin la angustia del tiempo, sin esa fatalidad de que las cosas no sean para nosotros todas a la par "sino dispuestas en serie y encartuchadas como balas de rifle, para disparadas una tras otra"; y subrayaba hasta qué punto la poesía es en el tiempo y hasta qué punto es necesario "reforzar la temporalidad del verso". Temporalidad, ni circunstancia ni ocasión. Dice Ibargoyen: "Pero nadie se baña/dos veces en la propia / salsa original / nadie absorbe de idéntico oxígeno / con igual pulmón / nadie devora su cena cotidiana / con el diente que comió / debajo del primer sol / ...porque ningunos labios humanos / pueden besar más de una vez / la tenue boca la quebrada boca / ...que en la boca de esos labios / con otras agrias húmedas se repite".

El tiempo del amor convoca inexorablemente el perecedero de la vida, la idea de la muerte, entonces, y también —como contrapartida— la idea del pasado que nos escribe el presente, de ese otro tiempo en este tiempo. "¿Qué recuerdos del placer/ son también el placer de hoy / ...qué quejosas respiraciones vuelven / a hablar con tu voz / en tu voz?", pregunta Ibargoyen. A quien no abandono esta conciencia: "el peso / de las sombras vacías / y el espacio / de las ateridas palabras lastiman / cada hueso que simplemente envejece / entre olores de amor / y de sopa evaporada", Así destaca la invisibilidad de lo visible. Y dice: "El tiempo —es decir/el íntimo espacio de alguna sombra/ que te expulsa y te contiene". En esos versos acuña Ibargoyen la paradoja central del existir.

Esas comprobaciones lo llevan a encontrar con más enjundia "los trabajos / de la sabrosa saliva" o la "pierna que discurre / con lentitud de agua acariciada". Ibargoyen encuentra mucho más porque, en definitiva, "se trata casi siempre/ de soñar".

El poeta y la niña. Universidad A. de Cd. Juárez, Cd. Juárez, 1993, 32 pp.



ENTREVISTA A: SAÚL IBARGOYEN
por Carlos Sahakián

A la pregunta ¿porqué escribe Ud.? Simenon respondió porque de lo contrario me sentina mal; Valery: por debilidad; Donoso: para saber por qué escribo. ¿Y vos?

—Escribir me resulta algo inevitable, simplemente. "Es más fuerte que yo", diría Gardel. Es la compulsión de vivir contra ¡a de desvivirse o autodestruirse, que se expresa por la vocación —compulsión de escribir; es también el añejo conflicto contra el vacío, por la permanencia —aun inestable, aun incierta—; por ser recuerdo en la memoria social o una imagen menos fugaz en las propias neuronas que habrán de morir.

¿Cómo era ser poeta en el apacible, medianero Uruguay de finales de los años 50?

—Era una mezcla, en mi, de descubrimiento y del comienzo de la responsabilidad angustiosa, placentera y narcista de escribir poesía (o versos), y de la develación de una realidad uruguaya tan impura como insoslayable, y engañosamente equilibrada.

¿ Cómo se ve desde ahí el recorrido que va de Palabra por palabra hasta Poeta doméstico?

—Lo veo como un rumbo único formado por múltiples lemas y experiencias; por incontables caminos y no pocas geografías, Y como una fidelidad —consciente o no— a determinado sistema de metáforas: como un acceso cada día más arriesgado a "la herramienta inmaterial" rilkeana, y a la certeza '—ardiente y relativa— de la escritura en los demás. Tu gritas el poema hacia los otros, pero para ti se trata de atenuar el mal silencio que hay en cada palabra. Porque nada de las palabras ni de los seres ni de las cosas debe quedar fuera de tu mano cuando ella escribe ¿Cuántas manos acompañan a la tuya en ese momento falsamente solitario? ¿Cuántas salivas mojan tu voz?

Poema e imagen, poética y plástica.

—Yo pienso por imágenes, por colores sonoros. Representar eso por medio del lenguaje articulado es la segunda etapa creativa. Las correcciones, por llamarías así, son otra etapa de creación. Como es de nunca acabar, uno entonces abandona la tarea, aunque en lo interno siga creando y recreando hacia un imposible final.

Quizás en el más antiguo idioma griego poema significara "actos", "cosas hechas", "hechos". ¿Es el poeta el Hacedor por antonomasia?

—Sí, un hacedor; una especie de vete saber. O sea, un productor creativo; un imaginario realista; un escéptico esperanzado; un depresivo laborioso; un exultante atemorizado por no ser nada más que la sombría proyección de su obra. Porque el poeta hace, y siempre habrá quienes, desde el poder o desde el llano, traten de deshacerlo.

Con Exilios retornas al Uruguay (no es que yo quiera meter el dedo en la llaga), pero, ya en los mismos términos, estaba anunciado un desenlace, una nueva ruptura.

—Si, Exilios es un regreso, porque el viaje o los viajes de la diáspora no tendrán jamás un final. La ruptura se dio en la sociedad uruguaya, en el continente, en el mundo. Luego hubo otras rupturas, y somos parte de ellas. Libros posteriores como Basura, Poeta doméstico y Cuaderno de Flavia parecen confirmarla tesis de que todo exilio empieza antes, mucho antes de la partida, y resulta tan inextinguible como el aire en cualquier sitio del planeta. En Exilios hay muchos países, como en viento del mundo, de 1971, y hasta en algún texto de mi primerizo El pájaro en el pantano, de 1954. Las fronteras ya se deshacían, empezaba el viaje interminable.

¿Sabes (entendiste, averiguaste) por qué un poeta siente la necesidad de tirarse por prosa?: Noche, Frontera, La sangre. Y ahora ese sueño tuyo de la muerte...

—Ya dije en otra ocasión (y la ocasión hace al poeta) que había, hay y habrá tantos asuntos para contar que la poesía no alcanza, que cantar no es suficiente. La fragmentación —real y aparente— de la realidad; la dispersión de ideas, creencias, sentimientos, deseos, ensoñaciones, etcétera, otorga la opción no sólo de describir un proceso global inasible, sino de conformar —siguiendo antiguas tentaciones: Hesíodo, Hornero, Dante— un cosmos vernalizado. Todo tránsito del caos al cosmos implica un relevamiento de impurezas, suciedades, corrupciones, sedimentos culturales como pieles muertas; pero, asimismo, de gestos irrenunciables e invencibles iluminaciones. Tal vez los anchos desarrollos de la actual novela histórica latinoamericana respondan a esta necesidad (a veces convertida en voluntarismo temático o en mera noveleria) de cosmogonizar el desmadre. En lo personal, traté de ingresar consciente, temerosa, alegre y tangencialmente a esta tendencia pero aplicando en todo lo posible el principio por el cual un escritor debe inventar su propia e incanjeable tradición. El asiento geográfico fue para mí la frontera Livramento (Uruguay—Brasil) —sintetizada como Rivamento— y cuyo anchor, como su hondura, es, en verdad, inmedible. Yo mismo soy (al cabo de de 37 años de "fronterear", y no sé hasta dónde) esa frontera. Con respecto a la muerte, a la "vieja enemiga", todo es metáfora: soñaría es no vivirla. Aunque haga doler.

Mejicanidad, latinoamericanidad (brasilerídad, en tu caso). ¿Cómo funciona eso en el plano de la morfología y la sintaxis?

—Primeramente se da como un sistema de adquisiciones profundas en cuanto resultan de vivencias cotidianas, de prácticas sociales y de ejercicios lingüísticos directos, más que de acciones librescas o meramente referenciales. La forma de las palabras tiende a quebrarse, así como los contenidos rompen su burbuja verbal. Y el orden de la frase o el verso exige una nueva disposición, es decir, un desorden que conlleve furia transformadora y caos fecundante. Los mexicanismos, cubanismos, uruguayismos, nicaragüismos, brasileñismos, paraguayismos —que son tejido insustituible de mi narrativa— me llevan tanto a un obligado trabajo poético como a un modo de contar donde esos "ismos" adquieren otros valores metafóricos.

(De lo que se conoce...) Tres mitades te constituyen: periodismo, narración, poesía. ¿Cómo? —Los tres géneros no son uno. Existe, sí, el parentesco. Se trata de que anden juntos pero no revueltos. Concuerdo con Femando Savater en que el periodismo es una manera especifica de relacionarse con la actualidad, mientras que la narrativa me conduce a los sitios de donde vengo: el torro humano y tas entretelas de la Historia. Y la poesía es una incursión visceral de la que nunca se vuelve intacto.

¿Qué estás escribiendo ahora?

—Varios libros de poemas, traducciones de poetas portugueses y brasileños, reseñas de libros, el borrador de una novela. Sucede que estoy lleno de palabras, como le dije hace poco al paciente Juan Gelman.

¿Qué cosas has leído desde principios de año?

—Unas cuantas novelas, ensayos de temática diversa, hasta poesía. Incontables artículos, versos, relatos, entrevistas, por razones profesionales. La libertad de lectura es inalcanzable, nada más porgue debemos leer nuestros propios textos.

¿Qué significa ser profesor de escritores? ¿Qué es el o la Sogem?

—Durante dos semestres fui coordinador de un taller de poesía en los cursos de la Escuela de Escritores de la Sociedad General de Escritores de México (Sogem). Más allá de la diversidad de edades, formación cultural, conocimientos litéranos, sensibilidad estética y ubicación social de los alumnos, fue una estimulante manera de comunicación y conocimiento. Lo fundamental es ofrecer lo que no está en los libros, que saben más que yo; o sea entregarla experiencia acumulada para evitar en los alumnos al menos los errores innecesarios, las vacilaciones estériles. Siempre es bueno percibir en otras personas el amoroso interés por la literatura desacralizada. Nos importó más trabajaren la cocina que visitar el jardín.

Dame, por favor, los nombres de dos novelistas uruguayos. —Juan C. Onetti, Alfredo Gravina.

Dos cuentistas — Horacio Quiroga, Felisberto Hernández.

Tres poetas

—Amanda Berenguer, Juan Cunha, Marosa di Giorgio. (No menciono a Laforgue ni a Lautreamont por ser fronterizos, ni uruguayos no franceses del todo.)

El tema que debería abordar un joven poeta rioplatense, sin tardar un segundo más.

—Su sombra caliente sobre una calle en el más ventoso invierno del Sur.

¿Sos un hombre feliz?

—Si, en la medida en que la felicidad no es más que la costosa lucha por alcanzarla. Y contra otros: la felicidad individual se torna dudosa sin la felicidad social.

Un barrio de Montevideo.

—Manga.

¿Tequila o caña? —Whiski.

¿Qué es lo que un poeta no debe hacer jamás?

— Escribir mirándose en el espejo.

¿Qué ruido detestas?

—El de los discursos autoritarios y de la mentira organizada como información democrática.

¿Qué cosas te entorpecen para escribir? ¿Qué cosas te alientan?

—Me molestan los momentos depresivos, la fatiga cotidiana, las diarreas. Me ayudan la pelea contra la vacuidad, el dialéctico amor, regar mis pocas plantas, viajar hacia mi gente.

Una ciudad de Europa; un título de pieza de teatro; un nombre de mujer; un río; un dios; una bebida; una "obsesión".

—Lisboa; Wozeck; Margarita; Yi; Ishiar; vino; respirar.

Un acto de inconsciencia —de arrojo— literario (tuyo o de otros).

—Negar tres veces las propias escrituras.

¿Alfonso Reyes u Octavio Paz?

—Alfonso Reyes, por supuesto.

Tu palabrota preferida.

—¡Puta Madre! (Aunque no es palabrota). A veces agrego "carajo".

¿Acaso no suena más bonito —meramente musicalmente— "San Petersburgo" que "Le—nin—gra—do"? ¿Y si sí, qué prueba eso?

—No es buen sonido todo lo que suena. Hoy, cierto sucio silencio parece triunfar. Pero las ciudades y las canciones permanecen.

Si de vos dependiera, ¿qué cosa reformarías en la geografía del mundo?

— Lo suficiente para que nuestra especie deje de suicidarse y sea digna del planeta Tierra con sus aguas, sus bichos, sus luces y sus plantas. La Tierra es como la copla: ni de dioses ni de hombres porque es de todos. Saber habitarla es hacer de cada ser humano una casa. ¿Y quién quiere destruir su casa?

"En eso de andar cantando / y en el dolor / aprendemos a morir”. Contame algo de Zitarrosa. Algo que hayas vivido junto a él, anécdotas.

—Zitarrosa era, como él decía, "mas raro que perro verde". Mucho podría narrarse aquí. Recuerdo los tragos nocturnos en una vinería montevideana, con guitarras desatadas y altas voces: hubo un incidente y tuve que defenderme con un tenedor. Y hubo otros vinos infinitos en mi casa, hace treinta años, cuando saturé a Alfredo con los discos de Yupanqui: para él fue un descubrimiento estremecedor. Cuando muñó Alfredo, yo estaba pasando en limpio Soñar la muerte, solo en mi casa de la Unión en Montevideo, lloraba y escribía, escribía y lloraba, pero esa noche bnndé por él y con él.

—Ser uruguayo y andar por el mundo" A.Z.)

— A estas alturas, para muchos ese ser y ese andar son una sola cosa, aunque todavía hay unos cuantos que sólo pueden pensar con criterios de baldosa: no alcanzan — ni tal vez quieran— a ver ninguna otra parte del patio. Esas gentes merecen el Premio Nobel de Química: todo lo que tocan vuelven gris, pequeño y mezquino.

"No creo en la pureza de nada; acepto lo impuro pero no lo sucio”. Amplíanos eso.

—Impuros son tos mestizajes, que limpian la sangre y la fortalecen; impuras son las mezclas de la cultura, que enriquecen los productos materiales y espirituales; impuros son el amor y las revoluciones, que todo lo estremecen y mueven y cuestionan. La suciedad obstruye, enceguece, entorpece, degrada.

Definición tuya de metáfora.

—Es hacer como el teru teru: (1) en un lado pones el sonido y la luz, en otro aparecen el silencio y la sombra. ¿Y la tinta? Como siempre, sangre que miras correr.

¿Qué oficio no te hubiera gustado ejercer jamás?

—El del mercader en el templo.

¿De qué te salvó el periodismo?

—Me salvo de sacralizar el lenguaje y la escritura, de alejarme de lo cotidiano, de separarme de los otros.

Si se cruzaran en una calle de la Florencia, del Su mundo, los espectros de Rulfo y de Dante, ¿qué se dirían?

—Rulfo: —Mis murmullos son más hondos que tu infierno.
Dante: —Nunca me lleves a Cómala.

De encontrarse por esos mismos lares Zapata, el Che y Artigas, ¿qué se dirían?

—U patria es el pueblo; nuestras banderas tienen los tonos cambiantes de la sangre, el frescor del viento mañanero y el peso de la tierra americana.

Entre el orden y la justicia, ¿qué otra cosa puede haber?

—Una cosa no implica ni contiene a la otra. Entre el orden y la justicia está el deseo —y sus variadas propuestas— de que el cerebro reptílico no devore a la corteza, ni que ésta corrompa a aquél: hay utopía para rato.

Acerca del levantamiento de Chiapas.

—Más allá de los muertos, del diálogo, de la paz y de la guerra, de la discutida modernidad, de la identidad confirmada y amenzada, nuevos fantasmas recorren Latinoamérica. ¿Qué encuentro de qué mundos celebraremos en el VI Centenario'.'

¿Por qué será que al corregir, uno nota que resultan flojas las cosas que antes parecían tan logradas?

—Tal vez porque el autor se convierte en un lector compulsivo, y porque entre la segunda creación y la etapa creativa de corregirse ha instalado la incertidumbre del tiempo.

¿Sobre las Artes Plásticas?

—Es difícil escribir sin líneas, espacios, manchas, volúmenes, colores, blancos brutales y negros ominosos, Nada es mudo ahí.

La pregunta que te gustaría que te formularan. Esa respuesta.

—¿Para qué sirve la poesía?" Para creer en la fe que tenemos en ella.

(1) Alusión a un pájaro de los campos uruguayos y a I dicho popular "Hacer como el tero, que en un lado pega el grito y en el otro pone los huevos".

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Esta entrevista fue realizada desde París en Febrero/Marzo de 1994, para la revista francesa Verícuelos (bilingüe francés—español) por el pintor y poeta uruguayo Carlos Sahakián.


Primer título publicado en México. 1967, al cuidado de Thelma Nava



La maga
UN POETA DOMÉSTICO

Alejandro Expósito

"Este gato está siempre bebiendo de su sombra", dice el uruguayo Saúl Ibargoyen en "El poeta y su gato", de Poeta doméstico, editado a través de la colección "La hoja murmurante" desde Toluca, en el estado de México. Y no dije que tiene una dedicatoria que reza: "a 'nuestro' Tango". Habría que conocer a este gato, negro y pequeño, anguloso y sutil, sugerente y muy perspicaz para entender la síntesis magnífica que hace el poeta en el texto, donde, tangencialmente, incorpora a Margarita —dueña, junto a él, de "nuestro" Tango—; y es que, como Mijaíl Bulgakov, Saúl Ibargoyen Islas, nacido en Montevideo, Uruguay, en 1930, también encontró su Margarita.

Ibargoyen es actualmente jefe de redacción de la revista Plural, y radica en la ciudad de México. Ha publicado unos 40 títulos, entre ellos tres novelas —La sangre interminable, Noche de espadas y Soñar la muerte, esta última editada en abril de este año por Siglo XXI Editores. El resto de su obra es fundamentalmente poesía, aunque Fronteras de Joaquim Coluna, obtuviera mención en el prestigioso concurso Casa de las Américas, de Cuba en el género de cuento.

Poeta doméstico es el ser humano en su intimidad. Cada uno de los textos que lo integran tiene como designación "... el poeta...": "el poeta trabaja", "el poeta 'hace1 el amor", "el poeta duerme", "el poeta cocina", etcétera. En todos ellos, aunándolos, se halla una bien expresada forma del quehacer cotidiano. Porque la secreta manera a que nos induce Ibargoyen es la de mostrar que el poeta está despojado de su condición de tal, y que es un simple hombre que respira, huele, siente, come, bebe, transita, en fin, por el reino de este mundo.

Pienso que estos poemas resumen —y rezuman— una vivencia que sólo es capaz de plasmarse después de haber vivido ciertamente la vida.

Porque tras cada afirmación enfática —rotunda o leve—, hay un mundo de experiencias que Ibargoyen transmite. Pero no las transmite ingenuamente, sino desde la perspectiva poseedora del escritor avezado. ¿Cómo puede leerse, si no, el polisíndeton de "... y países y lenguas y ciudades, y libros que tendrán..."; o la anáfora maravillosa de"... ¿Por qué las manos participan, por qué los dientes embarrados, por qué las inéditas rodillas, por qué cada oreja, por qué el párpado sombrío, por qué la memoria del deleite, por qué los líquido lunares, por qué el oxígeno finalmente destrozado...?

No es obviamente casual este manejo de los recursos literarios: hay detrás un oficio sólido y coherente. Que refuerza, digamos, por ejemplo, en versos tales como: "Las ventanas susurran (...) de sopor que las traspasa". El seseo produce una manifiesta aliteración en s que reclama el sopor de la vigilia inmediatamente después del sueño. Igualmente, como ejemplo de aliteración, cito:"... en axilas de pelo oxidado...", donde la utilización de la x tiende a demostrar el carácter de obstrucción.

Poeta doméstico es, pues, un libro concebido desde el conocimiento. No hay nada gratuito. Si una coma pudiese parecer, al lector inexperto, un error, ésta halla su justificación instantes después, ya que este poemario ha sido vislumbrado —más que concebido— después de años de hurgar en la literatura y de ser el propio Saúl Ibargoyen un objeto en sí, dentro del análisis de la literatura latinoamericana contemporánea.

Anda Poeta doméstico por lo mejor que he leído en los últimos meses —y conste que soy infatigable lector. Así, he querido compartir esta inusitada experiencia con ustedes, lectores anónimos pero gustadores de la buena literatura para que, junto a mí, asuman a este poeta doméstico que es el poeta de todos los días, el que embellece las mínimas y sutiles esquinas del hogar. Este Poeta doméstico, de Saúl Ibargoyen.


Regreso del exilio: Montevideo. 12 de Octubre de 1984



Saúl Ibargoyen
RECUPEREMOS NUESTRA HISTORIA

Mónica Perea

Saúl Ibargoyen, escritor de exilios y fronteras, considera que nuestra literatura debe ser "ahora más que nunca una declaración de independencia cultural que obviamente va a estar escrita por muchas manos más". Opinó que cuando nuestros pueblos están más asediados y deprimidos es a esa fuente donde el escritor se debe más que nunca, "de ellos, para ellos y sobre ellos, aunque el pueblo no se entere, aunque el pueblo no los lea".

A su juicio muchos libros se han escrito sobre el tema del indígena, el negro, el mestizo, pero ellos —el destinatario aparente— jamás los leen porque son analfabetos, no saben que alguien los escribe, "por eso es sustancial recuperar nuestra palabra histórica si es que la hemos logrado madurar", enfatizó.

Ibargoyen, el literato

Como cuentista, en su primer libro escribió temas de fronteras, abordó los problemas del bilingüismo y reelaboró de manera literaria toda el habla popular de la zona limítrofe entre Uruguay y Brasil.

Se autodefine como un poeta "full time", y como periodista cultural, sobre todo en la etapa del exilio en México de 1976 a 1984, y en la segunda etapa de 1990 en adelante también en México, donde decidió voluntariamente residir. Actualmente es jefe de redacción de la revista Plural del diario Excelsior.

Como novelista tomó la imagen de su abuelo materno para reconstruir históricamente la dictadura militar del siglo pasado: "y luego una dictadura fascista en este siglo", tema de su última novela recién publicada, por la editorial Siglo XXI, cuyo nombre es "Soñar la muerte". Según el autor esta era una manera, "no sé si consciente o no, de latinoamericanizar más a mi país, porque yo me siento más que nada latinoamericano". En este libro aborda temas sobre el mestizaje que incumbe a toda América Latina.

Reencuentro literario

El objetivo de su reciente visita a Costa Rica no fue sólo un reencuentro con otra gente, sino para poder confrontar "lo que uno hace, lo que uno piensa, con lo que hacen y piensan los otros, cosa que no siempre ocurre en otros lugares donde existe un aislamiento. A veces no existe un confrontamiento (hablando de literatura) de lo que hacen los escritores de un mismo país, es un aislamiento histórico que tenemos, sobre todo en estos últimos años. Pero no se puede decir que el aislamiento haya sido derrotado, yo creo que seguimos aislados a pesar de los medios de comunicación masiva".

Temas del hombre y sus fronteras

La temática de sus primeros cuentos es básicamente de asuntos fronterizos entre Uruguay y Brasil, resultado de una experiencia muy viva que tuvo en esta frontera, "lo que nosotros llamamos Tercer Mundo, porque si bien es cierto el Norte de Uruguay ese! Sur de Brasil, siempre hay un Norte y hay un Sur".

Comentó Ibargoyen que en este libro de cuentos captó toda la problemática actual, sus carencias, su escaso desarrollo económico, con mucha influencia de factores irracionales que están determinados por un sincretismo religioso, mezcla de las diversas formas del cristianismo, pero también de creencias de origen africano, además de rasgos de carácter estético que tienen relación con la población indígena que no habita precisamente en esa zona, pero que se refleja en la cultura de carácter popular, "un mundo bastante mágico, pero es el realismo de ellos", agregó el escritor.

Este primer libro de cuentos tuvo una mención en Casa de las Américas en La Habana y se publicó en Caracas en 1975. A partir de él combinó dos líneas de trabajo: la poesía con la narrativa.

Educación y cultura

"Hay una crisis generalizada desde el punto de vista editorial, no sólo en América Latina, sino también en Europa con un gran desarrollo en esa rama", comentó el escritor, y agregó que en algunos lugares se estima que ha descendido en los últimos años en un 30 a un 35 por ciento los lectores "lo cual es muy grave", expresó.

Saúl Ibargoyen plantea que existen muchas causas que originan este fenómeno. No sólo se puede pensar en los medios de comunicación masiva, cree que tiene mayor relación con la pobreza en que se asienta la existencia de los pueblos latinoamericanos "una pobreza de carácter material, lo cual implica rezagos culturales muy importantes que tienen que ver con saber leer, pero también con aprender a comer, pero no cualquier cosa".

El escritor uruguayo comentó que este problema depende de las políticas estatales de apoyo a la cultura y a la educación, "hay países en América Latina donde la política consiste en no tener ninguna", y piensa que darle la espalda a todo ese problema es lo que produce una educación caótica. "La educación es la base de un desarrollo cultural superior. No se puede separar una de otra. Cuando hablo de cultura, no sólo hablo de cultura artística, hablo de todo en general", y agregó que lo importante es no ser un consumidor de una cultura sino ser un productor de la cultura".

Identificación con los otros

Según Ibargoyen, la conciencia de un escritor no necesariamente es la conciencia de un pueblo, ésta es siempre colectiva no individual. Piensa que la literatura ni el arte pueden cambiar la sociedad "quizá puedan cambiar a alguna gente, puede tener efectos en lo personal, en una generación, pero no cambia la sociedad, tos efectos pueden ser mínimos". Yo sí creo —agregó— que la lucha nuestra es justamente saber qué es lo que somos, para qué estamos aquí y qué es lo que queremos hacer con nuestros pueblos. Muchas veces pienso que la lucha de un escritor tiene que ver mucho con eso, es decir identificarse con los demás a través de su escritura".

Después de los cambios que ha sufrido la política internacional el autor piensa, que —como en el pasado— y ahora más que nunca, para el escritor es tarea importante retomar loa grandes temas de los pequeños acontecimientos, los grandes temas de la revolución esos ya no van, están los temas del fríjol de cada día".


Leyendo a Saúl Ibargoyen por DE LA TOR






 

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