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Valle de Ocosingo

I

El peso del silencio

El valle que se aleja de sí mismo
a galope

Hoy vine a ver
esta distancia que se fuga
escondida tras el oro del día

Qué hermoso espejo el sol para el valle extendido

Vaga el pensamiento al ras de los potreros

Desciende el alma
                                      culebrita
                                                        a la canción del valle

Un sonido de grillos      ecos      pájaros
                                                                          rasga la piel del aire
Árboles que se agrupan como pájaros

Palomas cuyas alas descienden hasta el mar

La reunión de los pinos

El rancho que compró la lejanía

La claridad
envuelve la mirada indecisa de la lluvia
que no se atreve a unir su asombro
al mío

Es hora de beber el horizonte:
oír el arco iris
                          diadema de silencios
en la fronda del día.


II


Pero de pronto el valle es diferente

Entró la sombra
Unió sus manos a los cerros
Empezó la otra historia

Cantó el tecolote su canción a la Luna

El Negro Sombrerón rayó sobre el camino su caballo mis negro

En el monte callado alguien vigila
Rasga la tierra con pezuña hendida
Tú no lo ves pero él siempre te mira

                    Desde la copa oscura de los árboles
                    Desde las hojas secas

Es el que tiene cuerpo de carnero
El que puso cadenas al cuello de la noche

                    A veces se aparece por la vega del río
                    A veces por el rancho de don Manuel Trujillo

Se roba las mujeres      Se come los niños
Se lleva los borrachos hasta el espinero
Los deja atascados en el Chamenhá


Los puntos cardinales se han escondido

                              Es el hijueputa Cadejo
                                                                        por el cafetal
.





De: Oficio: Arder (Obra poética 1982-1997)


EFRAÍN BARTOLOMÉ




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